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lunes, 26 de mayo de 2008

EL MEJOR JAZZ LLEGA A UMBRÍA....

El próximo mes de Julio, concretamente entre los días 11 y 20, Perugia acogerá al que sin lugar a dudas se ha consolidado como uno de los más importantes festivales de jazz a nivel mundial: Umbría Jazz.

Más de 30 años (la primera edición fue en 1973) avalan la trayectoria de este evento musical que una vez más reunirá a grandes figuras del género durante casi diez días, en una iniciativa que convoca cientos de miles de espectadores y que ofrece un amplio abanico de actuaciones para todos los públicos y todos los bolsillos. En los años 70 artistas como Dizzy Gillespie, Sam Rivers, Enrico Rava, James Brown o Miles Davis fueron algunos de los nombres que participaron en las primeras ediciones del Umbría Jazz. En ediciones más recientes encontramos figuras de la talla de Gilberto Gil, Milton Nascimento, Michael Bubble, Santana, Paolo Conte.....

Para esta edición 2008 Perugia, en la línea de contar siempre con los mejores, se prepara para recibir a grandes artistas como Caetano Veloso, Cassandra Wilson, Alicia Keys o el grupo R.E.M, entre otros. La trayectoria del Umbría Jazz hace que sea imposible bajar el listón de la calidad que ha ido “in crescendo” desde 1973 y una vez más presentará un programa de altísima calidad y que no va a decepcionar a nadie.

Es una experiencia única e inolvidable poder pasear (si la afluencia de gente lo permite!) por las calles de Perugia durante esos días de Julio y sentir como la música fluye desde cada una de las esquinas, en todas las calles, en el ambiente. Lo que hace más de 30 años nació como un Festival reservado a los amantes del jazz y dirigido a un publico más bien reducido hoy en día se ha convertido en un gran espectáculo musical, que ha sabido mantener su extraordinaria calidad y que año tras año sigue siendo fiel a la pasión que llevó a la bella ciudad umbría a convertirse en el punto de encuentro del jazz mundial durante nueve intensos días. Hay que decir, no obstante, que poco a poco otros ritmos se han ido incorporando en los últimos años y hoy en día junto al más puro jazz podemos escuchar black music, soul, ritmos latinos y samba.

Hablamos de un total de 250 eventos musicales distribuidos en plazas, jardines o teatros del centro histórico de Perugia, desde el mediodía hasta altas horas de la madrugada. En recintos cerrados, al aire libre, conciertos de pago, gratuitos,...la posibilidad de elección es muy variada, sin dejar de lado la posibilidad de degustar la excelente cocina de la que es ciertamente una de las más bellas ciudades italianas.

Perugia, ciudad de arte rica en historia y monumentos es meta de un gran número de turistas así como de muchos estudiantes de todas las nacionalidades ya que la ciudad acoge la mayor Universidad para Extranjeros de Italia. Poder participar en un evento de la magnitud de Umbría Jazz es una de las mejores “excusas” para conocer no sólo Perugia sino tantas y tantas localidades de Umbría, una de las regiones más amadas por los propios italianos, y punto de destino destacado del turismo nacional e internacional.

sábado, 9 de febrero de 2008

Amelia: el arte desde el siglo XI hasta el XX.






¿Qué pasa? ¿Es qué no me creíais cuando ayer os dije que hoy volvía para estar en Amelia con vosotros? Hombres de poca fe...
Bien, pues si ayer nos quedamos en la Alta Edad Media, está claro que hoy no podemos hacer otra cosa que no sea la de abrirnos paso hacia adelante. Vamos allá.

Amelia, al igual que la mayor parte del territorio umbro, se ve envuelta en la feroces luchas por el poder entre los Güelfos (pro Papa) y los Guibelinos (pro imperiales) las dos fracciones de poder dominantes en el centro y en el norte de Italia, entre los siglos XII y XV, fundamentalmente. Ambos con enormes pecas y pecados sobre sus espaldas, pero unos, en lo que cabe, solo en líneas muy generales y desde mi punto de vista, más nobles e ideológicamente coherentes que los otros. Ahora, desde la distancia histórica y desde la libertad de conciencia y expresión, que cada uno de nosotros se incline para cuál y en cuál de esas fracciones habría preferido luchar, llegado el caso.
Más allá de la historia escrita, el análisis detenido de su respectivo pensamiento y actuación, además de la iconografía creada por cada uno de ellos, hace tiempo, mucho tiempo, que me dieron la respuesta.
Concretamente en Umbría, nombrando solo a las ciudades dominantes de esa época, las cosas estaban divididas, si no me equivoco, de la siguiente manera:
Guibelinos: Gubbio, Spoleto y Todi.
Güelfos: Perugia y Orvieto.
Es necesario aclarar que cada una de ellas contaba con el apoyo de las respectivas fuerzas situadas fuera del territorio umbro.
Amelia, que se había mantenido, en cierta medida, como comunidad independiente, padece el saqueo de las tropas del Emperador Federico I de Hohenstaufen en el año 1240. Pese a ello, el Vaticano tarda 65 años en tomarla oficialmente bajo su protección (tengo entendido que en Amelia había y hay de todo menos petroleo...), entrando así, en 1307, a formar parte definitivamente de su órbita de poder. A excepción del período bonapartista, el Vaticano la gobernará hasta 1860, cuando Umbría se integra en el Reino de Italia.

Resumida su historia, vamos con el arte. De todas las puertas de acceso a la antigua ciudadela, la principal, más céntrica y moderna (siglo XVI) es Porta Romana. Desde ahí se entra directamente al "cardum", o sea uno de los dos entramados urbanos romanos, que es el que atraviesa la ciudadela de norte a sur. En la hermosa Piazza Augusto Vera se encuentra la bellísima Iglesia de San Francesco. La construcción de la iglesia procede de finales del siglo XIII, inicialmente dedicada a San Felipe y a Santiago Apostol, pero se remodela a comienzos del XIV, anexionando a la misma el convento de los terciarios franciscanos. La fachada presenta fundamentalmente características del románico tardío, si bien con una notable influencia gótica. El campanario original se vino abajo en 1915, como consecuencia del terrible terremoto que sacudió a la ciudad. En 1931, el prestigioso ingeniero umbro Gioacchino Santori realizó con fidelidad y extremado buen gusto el proyecto para su sucesiva reconstrucción. El interior de la iglesia se reestructuró completamente entre 1664 y 1767, por lo que es de estilo barroco. En cuanto a obras de arte, sobresale la impresionante Cappella Geraldini, con los impresionantes sepulcros de dos de sus miembros, Matteo y Elisabetta, realizados en el siglo XV por el gran arquitecto y escultor florentino Agostino di Duccio. En el siglo XVI, el anexo convento de los franciscanos se remodela, casi por entero, en estilo renacentista, a excepción del claustro, del pórtico y de la logia, pasando a convertirse en el Collegio Boccarini, hoy, Palazzo Boccarini, cuyo espléndido interior aloja las sedes del Museo Arqueológico y de la Pinacoteca Municipal de Amelia.

En Via Cavour nos encontramos con la Iglesia de Sant'Agostino, del siglo XIII. Cuenta con un hermosísima fachada, separada en dos partes, de características románicas y góticas. La parte central de la fachada está ormanentada por un enorme y espléndido rosetón y un portalón de acceso con frisos románicos que representan motivos alegóricos tallados a modo de bajorrelieves. La iglesia alberga un valiosísimo órgano de 1841, realizado por los hermanos Moretti.

Bajando por Via Posterola, nos topamos en el magnífico Monastero di San Magno. Se trata de la sede originaria de las monjas benedictinas de clausura, y es el edificio religioso más antiguo de esas características que se construyó en Amelia. El convento incluye una iglesia pequeña y preciosa en el que se conserva en perfecto estado el célebre Órgano de San Magno, de 1680, con doble teclado, actualmente el único de ese tipo existente en el mundo.
Amelia cuenta en total con siete órganos de gran valor histórico, motivo por el cual es actualmente la sede de la "Accademia dell'Arte Organaria e Organistica Umbra".
En Via Porcelli, junto a la Piazza Marconi, se encuentra el fabuloso Palazzo Farrattini (1520 c.) obra de Antonio da Sangallo "El Joven", el insigne arquitecto renacentista florentino. Su lujoso interior alberga los techos originales de madera tallada y una serie de pinturas valiosas, entre las que destaca un óleo del siglo XVI, del célebre pintor manierista Taddeo Zuccari, que representa "La Santísima Virgen con el Niño, San Pedro y San Bartolomé".

En la hermosa Piazza Marconi está la singular y extraordinaria "Loggia del Banditore", una gran tribuna medieval sobre la que se leían al pueblo las proclamas y comunicados del gobierno de la ciudad. Junto al primer tramo de escaleras de la logia se encuentra una magnífica columna con capitel dórico, añadida en el último tercio del siglo XV.

En esa misma plaza está situado el soberbio Palazzo Petrignani, renacentista, del siglo XVI, que cuenta con una de las fachadas más hermosas de la arquitectura renacentista del sur de Umbría. La planta principal del palacio alberga en sus salas y salones distintos ciclos monumentales de frescos de gran valor artístico, entre los que sobresalen los que están situados en la "Sala "Rossa" y en la "Sala dello Zodiaco", obra de la escuela de los célebres hermanos Taddeo y Federico Zuccari, del siglo XVI.

El impresionante Palazzo Nazzi está emplazado en Via Carleni, muy cerca de la Piazza Marconi. Se trata de un palacio aristocrático del siglo XIII, cuya fachada está ornamentada con motivos clásicos de la arquitectura romana. Su interior alberga un patio bellisimo al que asoma una logia sostenida por columnas corintias.

La Catedral de Amelia se encuentra en la parte más alta de la ciudadela. Románica en origen, pasó a ser de estilo barroco en el siglo XVII, cuando tuvo que ser reconstruída a causa de un incendio. Junto a ella está la soberbia Torre Campanaria, cuya construcción original procede de entre los siglos X y XI. La torre presenta una altura de más de 30 metros y una base de un perímetro de casi 31,50 metros. La poderosa base, que tuvo que ser de época muy anterior a la construcción de la torre, cuenta con magníficos ornamentos romanos y bizantinos.
El precioso interior de la Catedral es de planta de cruz latina. Sus paredes están recubiertas de rescos sublimes, obra del prestigioso pintor del XIX, Luigi Fontana, oriundo de la cercana región de Le Marche. Entre las diversas obras de arte, sobresalen los dos impresionantes estandartes conservados en la Catedral, procedentes de sendos buques de la flota del Imperio Otomano, y ofrendados a Santa Firmina, patrona de la ciudad. Probablemente, en muestra de agradecimiento a la santa por haber haber llevado a la victoria a la flota del Vaticano en la Batalla de Candia (1665), librada contra los turcos.

Para terminar con los monumentos más sobresalientes ubicados en Amelia, os aconsejo que no perdais la oportunidad de visitar el espléndido Teatro ad Operina, una verdadera joya de finales del siglo XVIII, perfectamente conservada. Domenico Bruschi, célebre pintor umbro del XIX, pintó uno de los magníficos telones que cubren el escenario, representando el asedio de la ciudad por parte de las tropas del Emperador Federico I de Hohenstaufen, más conocido como "Barbarroja".

Y, ahora, la pregunta del millón: ¿Dónde comer en Amelia?

En esta antiquísima ciudad de enorme interés histótico y artístico, pese a ser pequeña (cuenta con unos 11.200 habitantes) otra de las grandes tradiciones es el buen comer, por lo qué verdaderamente se trata de la pregunta del millón, pero si padecéis ese vicio delicioso conocido como "el de la buena mesa", me arriesgaré a hablaros de uno en el que nosotros hemos comido estupendamente: "Osteria dei Cansacchi", en Piazza dei Cansacchi, 4, en pleno casco antiguo.
Además de ser un sitio precioso, con un servicio tan amable como impecable, cuenta con una cocina privilegiada, especializada en platos de pescado, siempre muy fresco y hecho en su punto, además de otras exquisiteces como: los chuletones de buey a la brasa, la pasta fresca artesanal condimentada con setas o trufas, y unas verduras recién traídas de la huerta, entre las que destacan las alcachofas en su jugo o rebozadas.
Los vinos de la casa son muy buenos y proceden de las colinas umbras.
Depende de qué y cuánto... comáis, podéis salir por unos 30 ó 35 € por persona.

No os puedo asegurar que con esta página me despida de Amelia. Tiene tanta cantidad de historia y de cultura propia como para editar una enciclopedia. Creo que ya se le ocurrió a Catón "El Viejo", pero no pudo ser, pues al bueno de Johannes Gutenberg le faltaba mucho tiempo todavía para asomar la cabeza por este mundo...
Me gustaría poder hablaros, por lo menos, de sus magníficos festejos tradicionales, de sus acontecimientos culturales y de sus encantadores alrededores.
Ya veremos...
Sylvia









































viernes, 8 de febrero de 2008

Amelia. Os presento a una gran dama.

Amelia ha sido una de las ciudades más importantes de la antigua civilización itálica, de la que conserva todas sus impresionantes huellas históricas. Hoy en día, sigue siendo una ciudad rica, magníficamente conservada, llena de interés artístico y cultural, favorecida por su excelente posición geográfica, al encontrarse a 94 Km. de Pe rugía, a poco más de 100 Km. de la colindante región de Toscana y a la misma distancia de Roma, con la cual mantuvo una estrecha vinculación en la antigüedad, de la que Cicerón alabó su hermosura y la fertilidad de sus tierras en su “Pro Roscio Amerino”, escrito hacia el año 80 a.C.
Amelia y su área territorial, formada por una serie de pueblos y de aldeas preciosas, pertenece geográficamente al Valle del Tíber y, administrativamente, a la provincia de Terni, la capital de provincia más sureña de Umbría, de la que está a 27 Km. de distancia.

De acuerdo con la documentación que Catón el Viejo legó para los anales de la historia de Roma, la primitiva localidad de Amelia, Ameria para los romanos, fue fundada hacia el año 1134 a.C., por Ameroe, rey de los piélagos, antigua población autóctona que residió en Grecia y Anatolia hasta el segundo milenio a.C., a raíz de las invasiones helénicas. Algunos geógrafos e historiadores que sostienen la existencia de la Atlántida, o Isla de Atlas, atribuyen a esa población autóctona el descubrimiento de la misma y la subsiguiente fundación.
Lo que resulta verdaderamente sorprendente es que casi 2.000 años después, el área territorial que Amelia domina desde las laderas de la colina rocosa en las que se erigió, siga estando tan incontaminada como entonces y, por tanto, no haya perdido un ápice de su fecundidad, manifestada en la extraordinaria abundancia de viñedos, olivares, bosques y campos cultivados que posee, bañados por las aguas mágicas del río Tiber.

Hoy me cabe el honor de presentárosla. Y me refiero solo a la presentación que habrá de preceder ese conocimiento detenido que nos permita admirarla como merece.
En Umbría, ninguna localidad es cualquier cosa. Hasta la más pequeña de ellas posee un patrimonio histórico, artístico y cultural como para encandilar al visitante más exigente, pero a Amelia hay que acercarse con una actitud reverencial particular : estamos ante una gran dama que sabe que las gentes emprenden largos viajes solo para conocerla , y como su exquisito saber estar nunca defrauda las expectativas de sus admiradores, ha accedido una vez más a franquearnos las puertas de su mansión para mostrarnos sus joyas, así como a dejarnos abrir los libros que nos permitirán ahondar en su vida.

Amelia conserva uno los círculos de murallas más antiguos de Occidente. Por su peculiar forma, se conocen como “Le Mura Poligonali” y su construcción la iniciaron los pre-etruscos allí asentados, hacia el siglo VII a.C., y la ampliaron y consolidaron los romanos hacia el siglo III a.C.
Se trata de unas murallas ciclópeas, de unos 3,5 metros de anchura, alcanzando los 8 metros de altura, y formadas por piedras enormes rectangulares y trapezoidales, perfectamente superpuestas. Lo anterior no solo da fe de la importancia que tenía Amelia en aquella época, sino, además, de su condición de ciudad- estado.
La parte más antigua de las murallas está situada al noroeste, donde se encuentra actualmente la Porta della Valle, una de las cuatro puertas de acceso a la antigua ciudadela. Sin embargo, el trayecto principal de las murallas, de más de 700 metros de longitud, se extiende a ambos lados de Porta Romana, al sureste de Amelia.
Las otras dos puertas de acceso que me faltan por enumeraros son: Porta Leone, al este, y Porta Posterola, al norte.

En el año 90 a.C., la ciudadela se convierte en municipio romano, cuya belleza alabaron también el gran Virgilio, Marco Terencio Varrón y Lucio Junio Moderato Columela, posiblemente el principal tratadista agrícola que tuvo Roma, nacido en Cádiz - ¡Qué gracia! ¿Verdad? - en fecha desconocida anterior a Cristo y fallecido en Taranto (Puglia, Italia) hacia el año 60 de nuestra era.
La ciudad llegó a tener tres puertos junto al navegable río Tíber y pasó a ser una de las residencias favoritas de la clase dominante romana, albergando por largas temporadas, entre otros, al Emperador Lucio Claudio Domicio Aureliano (270-275 d.C.), unificador del Imperio Romano, quien adoraba esta ciudad, por lo que por iniciativa suya se llevó a cabo gran parte de la arquitectura monumental de la Amelia romana: las famosas termas, palacios fabulosos y, además, un puente impresionante a las afueras.
En el año 363, Amelia se convierte en sede episcopal. Dos siglos después conocería el asedio de los Godos y, en el año 579, caería en poder de los Longobardos. Tras la derrota de los mismos se integraría en el Imperio Proto-Bizantino. Amelia preserva verdaderas joyas de la época romana, entre ellas destacan:
La impresionante cisterna hallada bajo la Piazza Matteotti, que está compuesta por diez estructuras comunicadas entre sí, con una extensión total de 21X 60 metros; la maravillosa estatua de bronce, de principios de nuestra era y de talla superior a la habitual, que representa a Julio César Germánico, sobrino del Emperador Tiberio y, después, adoptado como hijo. La estatua, referente de la escultura romana de la época y objeto de culto para los amantes de la arqueología, ocupa un lugar preferente en el magnífico Museo Arqueológico de Amelia, situado en el interior del Palazzo Boccarini; un Tesauro; un altar griego de mármol blanco con bajorrelieves, columnas y estatuas; un altar romano en piedra travertina, ornamentado con guirnaldas; los vestigios del que fuera el imponente mausoleo de una patricia llamada Gentiliana Roscia, además de 65 epígrafes.
Por otra parte, con ocasión de volver a pavimentar la céntrica Via della Repubblica, se hallaron los restos de distintos tramos de una vía romana. Actualmente, están protegidos por planchas de cristal transparente, de manera que se puedan contemplar detenidamente, según se pasea por esa hermosa calle.

Bueno, chicos, como os he dicho, con Amelia hay que ir por etapas. Os doy mi palabra de que mañana os saco de la Alta Edad Media, del dominio de ese “trepa” que dicen que fue Heráclito, Emperador de Bizancio, pocos años después de echar de aquí a los temibles Longobardos.

Hasta ahora,

Sylvia

miércoles, 6 de febrero de 2008

Corciano: El encuentro con un sueño a plena luz.



Estamos ante una ciudadela medieval encantadora, de verdadero cuento de hadas, que conserva intacto su trazado urbano original de ciudad amurallada, en cuyo interior se desarrolla un laberinto de calles y de callecitas serpenteantes y empinadas, con tramos de escalera, para acceder a las casas de época, con las ventanas cuajadas
de macetas con flores multicolores. Un ovillo arquitectónico singular, armónico y delicado, limpio como una patena y en perfecto estado de conservación, en el que, dichosamente, se pierde la noción de los tiempos prosaicos que nos ha tocado vivir.

Corciano está incluida en la lista oficial de “I Borghi più Belli d’Italia” (las localidades más bellas de Italia) con lo que ya, para empezar, creo que he dicho bastante.
Cuenta con una población de unos 14.500 habitantes, y se encuentra sobre una colina de vegetación exuberante, a 408 metros de altura sobre el nivel del mar.
Está a una distancia casi equidistante de Perugia y de la orilla oeste del Lago Trasimeno: a 15 km. por carretera de la primera y a unos 11 Km. de ese enorme y maravilloso lago situado exactamente en el centro de Italia, entre las regiones de Umbría y Toscana, cuya belleza natural, y la multiplicidad de las preciosas y antiquísimas localidades que surgen en torno a él, hacen que constituya un punto ideal para descansar, así como para visitar los territorios adyacentes.

Sobre el origen del nombre de Corciano hay distintas hipótesis, pero a mí me ha encantado una leyenda antiquísima difundida por todo el territorio perusino, que atribuye ese nombre a Coragino, patricio troyano y compañero de Ulises, quien, tras la destrucción de Troya y su subsiguiente partida a Italia, descubre este lugar de naturaleza idílica y acogedora, y se asienta aquí junto a otros guerreros y nobles troyanos que le acompañaban en el exilio.
Lo que sí está documentado, como consecuencia de las excavaciones arqueológicas realizadas en el área de Corciano, es que hubo un asentamiento etrusco cuya antigüedad se remonta al siglo VIII a.C. Procedente del siglo VI a.C., se ha encontrado una necrópolis impresionante, presidida por la célebre tumba de los carros de bronce. Por otra parte, se ha constatado la gran expansión que alcanzó la localidad originaria, a partir del siglo III a.C., debido muy probablemente, a su ingente producción de urnas funerarias, piezas ornamentales y otros útiles arquitectónicos de valor en piedra travertina, que, una vez realizados, se transportaban y se vendían por todas las ciudades del territorio en fase de construcción.
Entre los siglos XI y XIII, Corciano se encuentra bajo la dominación directa de Perugia, pero, a mediados del siglo XIII, se constituye en un municipio independiente dentro del área territorial de Perugia. A inicios del siglo XIV, Corciano se ve envuelta en las sangrientas luchas de expansión territorial entre las poderosas ciudades de Todi y de Perugia, manteniéndose, no obstante, al lado de esta última, junto a la cual, en 1310, libra la célebre Batalla de Monte Molino contra la ciudad de Todi, de la que Perugia y sus aliados salen victoriosos. A partir de entonces, Corciano, como la mayor parte del territorio umbro, pasa a formar parte de los Estados Vaticanos, quienes asignan la administración de la ciudad, en calidad de feudo, a los Duques Della Corgna.
En 1809 el I Imperio de Francia establece su sede de gobierno en Perugia, y Corciano constituye su propio Ayuntamiento. En 1860, la ciudad, así como toda la provincia de Perugia, se anexiona a la Unidad de Italia por mayoría absoluta.

La Porta Santa Maria cuya función sigue siendo la de dar acceso a la maravillosa ciudadela, que aún está protegida por más de 1 Km. de murallas.
Esta puerta es la más importante de Corciano y procede del siglo XV, si bien fue reconstruida en el último tercio del siglo XIX. Está flanqueada por un impresionante torreón de vigía y defensa, erigido a finales de ese mismo siglo. Desde allí, dando un paseo precioso, llegamos al Corso Cardinale Rotelli, la calle principal de la ciudadela. Ahí se encuentra el magnífico Palazzo Municipale, del siglo XVI, que fuera la residencia de los Duques Della Corgna. El interior del palacio, suntuoso donde los haya, conserva en el Salón del Consejo, los techos originales de madera tallada y ornamentada, diseñados y trabajados por los insignes hermanos Zuccari, a finales del XVI. El Palazzo Municipale alberga un interesantísimo Museo Arqueológico Etrusco y Romano, en el que se conservan las obras de arte y piezas más sobresalientes de sendas civilizaciones, que han ido saliendo a la luz en el área de Corciano.
Antes de llegar a la Piazza Coragino, directamente por el Corso Cardinale Rotelli, contemplaremos, a la derecha, el soberbio Palazzo del Capitano del Popolo, del siglo XV, cuya hermosa fachada presenta las características inconfundibles del Renacimiento temprano. Próximo a éste, se encuentra el espléndido Palazzo dei Priori e della Mercanzia, del mismo período artístico.
Una vez en la monumental Piazza Coragino, nos topamos de frente con la bellísima Iglesia de Santa Maria Assunta, construida en el siglo XIII, con un magnífico campanario cercano a la misma, no anexo. Su hermoso interior alberga, entre otras obras de arte, dos obras maestras: una “Asunción” del genial Pietro di Cristoforo Vannucci “Il Perugino”, fechada en 1513, y el célebre “Gonfalone” (estandarte), obra del 1470 c. del prestigioso pintor perusino Benedetto Bonfigli, maestro de “Il Perugino”.
En dicha plaza sigue estando un pozo original del siglo XVI, en cuya piedra está grabado el escudo de la ciudad.
En Via Tazzacone, cerquita de la Piazza Coragino, están: la bellísima Iglesia de San Cristoforo, de la primera mitad del siglo XVI, cuyo interior alberga un notable museo de arte sacro, y el Museo della Casa Contadina, una casa museo, alojada en el interior de una casa rural típica, decorada con el mobiliario y los enseres originales del siglo XIX, que solían encontrarse en las casas lugareñas de tradición campesina.

Después, rodeando la ciudadela, llegamos a la altura de la antigua Porta San Francesco, ante la cual está la fantástica Iglesia de San Francesco, gótica, terminada de construir a finales del siglo XIII, y dotada de una fachada sublime en piedra blanca y rosa. Su planta consta de una sola nave, y el espléndido suelo incluye 21 sepulturas, con las correspondientes inscripciones de los nombres y blasones de la más rancia nobleza lugareña que, a lo largo de los siglos, tuvo a bien considerar que no había lugar consagrado más hermoso en toda Corciano, en el que descansar en paz.
La Iglesia de San Francesco aloja obras de arte de gran valor, entre las que destacan: un óleo del ilustre pintor barroco Benedetto Bandiera, del siglo XVII; un panel, del siglo XV, obra de Giovanni Battista Caporali, seguidor de “Il Perugino”; un bellísimo crucifijo de la escuela umbra del siglo XVI, así como obras de Orlando Merlini, Lorenzo Sinibaldi, Giovanni Antonio Scaramuccia y Giuseppe Laudati, independientemente de los bellísimos frescos de finales del siglo XIII, y del siglo XIV, que ornamentan sus paredes.
La espléndida iglesia gótica, así como la mayoría de los palacios e iglesias de Corciano, se convierte en sede expositiva de obras de arte, con ocasión de los grandes acontecimientos culturales y artísticos que tienen lugar en la ciudadela a lo largo del año, pero, especialmente, durante “L’Agosto Corcianese”, uno de los festivales de verano más importantes de Umbría de música, teatro y arte, amenizado con fiestas tradicionales en trajes de época, degustaciones de la gastronomía local y de los soberbios vinos de la zona, etc., todo ello en el onírico marco medieval de la ciudadela.

Hablando de gastronomía, entre los varios restaurantes y pizzerías de Corciano en las que se come estupendamente, os voy a sugerir un sitio, para que vayáis abriendo boca para este verano, cuando volváis para asistir al fantástico festival de “L’Agosto Corcianese” (sé que volveréis ¡Vaya que si volveréis!) cuando, además, os encontraréis con un montón de tabernas y fondas a la usanza medieval abiertas hasta altas horas de la noche…
El sitio es “La Locanda di San Michele”, en Via Ballerini, 1, en el corazón mismo de la ciudadela. El restaurante es pequeño y precioso. Se encuentra en el semisótano de un fantástico palacio de la Baja Edad Media. Conserva las características arquitectónicas de la época, como, por ejemplo, los techos abovedados y las paredes de ladrillo visto de color rojizo, y está decorado con un gusto exquisito. Sirven una cocina creativa, muy refinada, pero aromática y sabrosa, basada en antiguas recetas de tradición local. Os sugiero que probéis el “risotto” (arroz meloso) cocinado con vino “Sagrantino” y queso “taleggio”, o la mousse de lentejas con trufas y, después, el pato glaseado, al horno, o el solomillo de buey a la brasa. Entre los postres de la casa, hechos artesanalmente, destacan la tarta de peras al caramelo y la mousse de castañas con almíbar de mandarinas.
¿Cuánto os puede costar? Bueno, pues basándome en nuestra experiencia, no más de 30 ó 35 € por persona, lo que resulta increíble para un lugar tan sumamente bonito y con una comida tan excelente.

Hasta muy pronto,

Sylvia

domingo, 3 de febrero de 2008

Magione. El castillo de los Templarios y otras reseñas históricas.



Magione es una localidad espléndida que surge, a unos 300 metros de altura sobre el nivel del mar, en el territorio conocido como Comunidad Montañosa del Trasimeno. Concretamente, se encuentra a escasa distancia de la orilla occidental del idílico y gran Lago Trasimeno, y a veinte Km. de Perugia, a cuya provincia pertenece.

La localidad está rodeada por una naturaleza bellísima, prodigiosamente fértil, en la que abundan los viñedos y los olivares que dan origen a una de las producciones de vinos – los DOC “Colli del Trasimeno” - y de aceite de oliva extra virgen - el DOP, también de denominación “Colli del Trasimeno” - más prestigiosas de este territorio de enorme interés agrícola, artístico e histórico y, por lo tanto, turístico.

Magione, con una población estable de cerca de 12.500 habitantes, tuvo como la mayor parte de las ciudades del territorio orígenes etruscos y romanos, si bien la primera documentación relacionada con la ciudad procede del siglo XII, referida al nombre del impresionante castillo allí situado, entonces llamado “Mansio” , del que deriva el nombre actual de Magione, anteriormente denominada Pian del Carpine, y que dio lugar al crecimiento de la localidad en torno a esa magnífica fortaleza, inicialmente propiedad de la Orden del Temple y, posteriormente, de los Caballeros de la Orden de Malta.
La antigua Pian del Carpine, y posterior Magione, estaba ubicada en el cruce de las antiguas carreteras entre Perugia y Chiusi (Toscana) y el Lago Trasimeno. Por su emplazamiento aventajado era un lugar de paso prácticamente ineludible para los peregrinos que venían de Roma o de Jerusalén o se dirigían a alguna de ellas.

El inmenso castillo que preside la ciudad desde el centro de la misma, se fundó de manos de los templarios, en la segunda mitad del siglo XII, en calidad de hospedería y refugio para los peregrinos. Inicialmente, contaba solo con dos lados y en su interior albergaba un campanario y una capilla dedicada a San Juan Bautista.
Con el paso del tiempo, a la construcción original bilateral se le añadieron dos murallas fortificadas con un torreón en cada esquina, formando así una edificación defensiva. En el siglo XV, se construyó en su interior una colosal torre cuadrada, cuyo proyecto se atribuye al famoso arquitecto militar Fieravante Fieravanti, nacido en Bolonia hacia 1390, quien, además, amplió el área del castillo original mediante la inclusión de una abadía del siglo XII, que había pertenecido a la Orden del Temple.
La impresionante fortaleza que forma ese conjunto arquitectónico, restaurada en fechas recientes, y que sigue siendo propiedad de los Caballeros de la Orden de Malta, está considerada como una de las más sobresalientes de la región de Umbría, lo que ya es decir…, al tratarse de una región dotada de una arquitectura militar cuantitativa y cualitativamente envidiable. La espléndida arquitectura interior de las distintas estructuras está ornamentada por una gran cantidad de obras de arte, en gran parte de la escuela umbra del genial “Perugino” (siglo XVI), además de muchas otras de los siglos XIV y XV.



A lo largo de los siglos, el majestuoso castillo ha hospedado a pontífices, reyes y altos dignatarios a su paso entre las regiones de Toscana y Umbría.
Como hecho histórico sobresaliente, el castillo fue el escenario de la célebre “Conjura de Magione” contra César Borgia, protagonizada, en Octubre de1502, por algunos de los señores feudales más destacados de Umbría y de la colindante región de Le Marche, indignados por la política y el ambiente corrupto del Vaticano, y sobrecogidos por la desmesurada ambición y crueldad de la familia Borgia.
Rodrigo Borgia, entonces Papa Alejandro VI, y su hijo César, en calidad de brazo ejecutor, se estaban apoderando sin contemplaciones del centro y del centro norte de Italia, independientemente de las perversas acciones realizadas, bajo la apariencia de pactos de alianza, con miembros de la realeza del sur de la península.
César Borgia fue informado de esa conjura, pero actuó con cautela y falsa benevolencia, reservándose la venganza para mejor momento. Sucesivamente, daría muerte a Vitellozzo Vitelli, a Oliveretto da Fermo, al Conde Paolo Orsini, al Duque de Gravina, al Cardenal Giovanni Battista Orsini – quien, al parecer, había urdido la conjura- , además de a otros miembros de la poderosa dinastía Orsini, quienes encabezaban la lista de la clase dominante del centro de Italia enfrentada al abuso de poder de los Borgia.

Otras perlas de Magione son: la Iglesia della Madonna delle Grazie, construida a principios del siglo XIII, cuyo interior alberga, entre otras hermosas obras de arte, un fabuloso fresco “La Majestad de la Virgen con el Niño”, obra de 1371, del célebre pintor Andrea di Giovanni da Orvieto.
La Iglesia de San Giovanni Battista, cuya edificación se concluyó en 1571, está dotada de una fachada barroca de impresionante riqueza ornamental. Su interior aloja un ciclo de frescos de gran lirismo, obra del prestigioso pintor perusino Gerardo Dottori (1888-1977) y dos frescos bellísimos de principios del siglo XVI, procedentes de la escuela del famoso pintor perusino Bernadino di Betto “Il Pinturicchio”.
Por otra parte, destacan la imponente Torre dei Lambardi, de 60 metros de altura, construida entre los siglos XII y XIII, por iniciativa de la Orden de los Caballeros de Jerusalén, en calidad de torre vigía y defensiva de la ciudad, y el espléndido Palazzo Comunale, sede del Ayuntamiento de la ciudad, con los techos afrescados por Gerardo Dottori, con hermosas representaciones de las pintorescas localidades pertenecientes a este municipio.

Entre las localidades que conforman el área territorial de Magione, situadas en las inmediaciones del maravilloso Lago Trasimeno, lo que por su ubicación, singularidad y perfecto estado de conservación las convierte en metas de ensueño para pasar unas vacaciones, destaca por su interés histórico y artístico San Feliciano. Se trata de una antigua localidad pesquera, situada frente a la pequeña Isla Polvese, en cuyos alrededores se encuentran los vestigios del mayor castillo jamás construido en el territorio: el Castello dello Zocco , del siglo XIII. La colina que domina esa localidad está presidida por otro castillo imponente: la Rocca Baglioni, del siglo XIV. Por otra parte, en San Feliciano está la sede del célebre Museo della Pesca, que alberga una interesantísima colección de aparejos de pesca, algunos antiquísimos, utilizados a lo largo de los siglos en el Lago Trasimeno.
Otros pueblecitos pintorescos del área de Magione ideales para descansar junto al Lago Trasimeno y que, además, están guarnecidos con fortalezas son: Sant’Arcangelo, Agello, Montemelino y Montesperello.
Me apenaría mucho terminar mis comentarios sobre Magione sin haceros llegar una breve reseña a la memoria de uno de sus ciudadanos más sobresalientes y singulares: Hacia 1190, nace aquí, Giovanni dal Pian del Carpine, uno de los religiosos franciscanos de la Orden Menor más carismáticos y peculiares de la Edad Media. Hombre muy inteligente y culto, de acendrado valor y de fe inquebrantable, emprendió viaje, en 1245, a Mongolia con escasísimos medios, portando consigo unas cartas del Papa Inocencio IV, dirigidas al Emperador de Mongolia, en las que le pedía su conversión al cristianismo y, por tanto, el cese de las tremendas hostilidades entre musulmanes y cristianos.
Tras 13 meses de viaje, el Padre Giovanni llega a Mongolia. Después de muchas penalidades y contratiempos, consigue que se le abran con respeto las puertas de la corte del Gran Khan, entonces Güyük Khan, quien acababa de subir al trono, tras la muerte de su padre, Gengis Khan. Éste queda impresionado con su personalidad y sus palabras, aunque desdeña las pretensiones del Papa y contesta a sus cartas con la misma soberbia con las que Inocencio IV había redactado las suyas, ya que, lógicamente, no albergaba la menor intención de someter su imperio al de la cristiandad. No obstante la continuidad de las Cruzadas, pues en 1248 se iniciaría la VI, el Padre Giovanni y Güyük Khan se reconocen a través de su mutua inteligencia, independientemente de la diferencia de credos y de sus posiciones tan encontradas.
A su regreso a Roma, a finales de 1247, para entregarle al Papa la respuesta del Gran Khan, fechada en noviembre de 1246, escrita en persa y conservada en los Archivos de la Santa Sede, el célebre predicador Giovanni dal Pian del Carpine traía consigo el libro que había escrito durante su larga estancia en Mongolia, “Historia Mongalorum”, con datos y detalles de interés tan grande que Marco Polo, entre otros viajeros insignes, lo utilizaría posteriormente en su viaje a China. El ilustre religioso fallecería en agosto de 1252, después de haber sido nombrado Obispo de Antivari (Montenegro), dejando tras de sí una de las vidas dedicadas a la fe y a la pacificación entre las diversas culturas más apasionantes de toda la historia de la Edad Media.

Cuando os hayáis dado un buen paseo por Magione y hayáis visitado todas las joyas arquitectónicas que os he detallado o, por lo menos, algunas de ellas..., os aconsejo que os vayáis a comer o a cenar “Al Coccio”, en Via del Quadrifloglio, 12. Es un restaurante de ambiente íntimo, decorado al estilo de una casona antigua, con refinamiento, pero sin pretensiones inútiles, en el que se come de verdadero lujo por un precio muy equilibrado.
Su cocina está basada en las antiguas recetas locales, pero con un toque de creatividad que convierte los platos tradicionales en bocados delicados y exquisitos. Os sugiero que probéis una de sus especialidades que difícilmente vais a encontrar en otro sitio: el “carpaccio” de buey de auténtica raza “chianina”, aderezado con trufas y setas de bosque, acompañado de un buen “Sagrantino” de Montefalco, vino excelente donde los haya, que casa a las mil maravillas con esa vianda regia. Dependiendo de lo que toméis además, podéis salir por unos 35 € por persona.
¡Que lo disfrutéis!



Sylvia

Umbertide: Una diosa acariciada por las aguas del Tíber.



Esta preciosa ciudad medieval, de origen etrusco, está situada entre Città di Castello y Perugia, cerca de la línea fronteriza que separa la región de Umbría con la de Toscana, a 22 Km. al sur de Città de Castello, y a 35 km. al norte de Perugia, a cuya provincia pertenece.
Detenerse en Umbertide, considerada como la segunda ciudad de territorio del Alto Tiber, es un lujo para el espíritu y los sentidos en medio del recorrido existente entre Città di Castello y Perugia. Con independencia de lo anterior, ese territorio es tan sumamente hermoso e interesante, que invita a hacer “parada y fonda” en todos sus espacios y recovecos, pues en medio de esa naturaleza fértil y alegre, con la que ha sido bendecida por los dioses que la protegieron en la antigüedad, siempre surge una localidad medieval, un pueblo, una aldea, una fortaleza majestuosa erigida en la cima de una colina, o un yacimiento arqueológico en las faldas de otra, que hacen que nuestra admiración y respeto por esta región se acreciente por momentos, alcanzando cotas que, de no estar en Umbría, no habríamos imaginado jamás.

Umbertide está enclavada en el centro del Valle Alto del Tíber, a 250 metros sobre el nivel del mar, y cuenta con unos 16.000 habitantes. Posee una personalidad fuerte, de marcado carácter monumental, ensalzada por el perfecto estado de conservación en el que se encuentra.
La localidad está rodeada de colinas en las que abunda una vegetación radiante, al amparo del impresionante Monte Acuto. La atraviesa el mítico río Tiber cuyas aguas acarician las poderosas murallas que aún cercan la importante ciudadela que fuera en la Edad Media.


Desde los tiempos de la civilización umbra, fue una localidad rica gracias a su privilegiada posición original a orillas del Tíber, convirtiéndose en un destacado centro de intercambio comercial entre los umbros y los etruscos. Posteriormente, la conquistaron los romanos y la llamaron Pitulum. A mediados del siglo VI, fue arrasada por las tropas ostrogodas del Rey Totila, en su lucha contra el imperio bizantino por hacerse con el poder de la península itálica. Fue reconstruida entre los siglos IX y X, por los hijos de Uberto, Marqués de Toscana, y llamada, por tanto, “Fracta filiorum Uberti”. Pasó a llamarse Fratta y adquirió su actual denominación a partir de la reunificación de Italia, en honor del Príncipe Humberto de Saboya, quien sería Rey de Italia entre 1878 y 1900.

A lo largo de toda la Edad Media, Umbertide, entonces Fratta, se verá envuelta en las disputas por el poder entre los distintos feudatarios del territorio. No obstante, los recurrentes ataques y asedios, consiguió ser autónoma hasta el siglo XIII, cuando pasa a estar en poder de Perugia. En 1374, Perugia ordena la construcción de la impresionante fortaleza que, al día de hoy, sigue siendo el emblema de la ciudad.

La construcción de la fortaleza, conocida como “Rocca”, se prolongó hasta 1389, bajo la dirección del insigne arquitecto militar perusino Alberto Guidalotti, de acuerdo con el proyecto realizado por Angeluccio di Ceccolo, importante arquitecto de la época nacido en el área de la entonces Fratta.
La “Rocca” - que actualmente dedica varias de sus salas a destacadas exposiciones permanentes y temporales de arte contemporáneo, además de ser la sede museística del “Centro per l’Arte Contemporanea” - está formada por una torre cuadrada de más de 31 m. de altura, por casi 8 de anchura, situada frente al torrente Reggia, afluente del Tíber, con unos muros de más de 2 m. de espesor. La fortaleza se adentra en la ciudad mediante dos torreones redondos, unidos a la “Rocca” y un imponente baluarte cuadrado. Cuando se construyó, contaba con dos puertas de acceso, con sendos puentes levadizos, si bien ahora conserva solo la puerta que da a la bellísima Piazza Fortebraccio.
Tras un largo y cuidadoso proceso de restauración, llevado a cabo en la pasada década de los 80, la “Rocca” ha sido objeto de algunas reformas estructurales, como, por ejemplo, la conexión de la Piazza del Mercato con la Piazza Fortebracci, por medio de un pasaje interior, muy hermoso y amplio, excavado en la base del torreón izquierdo, que posibilita también el acceso directo al espléndido Teatro dei Riuniti, una verdadera joya de principios del XIX, en el que, entre los meses de noviembre y marzo, se lleva a cabo una de las temporadas más prestigiosas de teatro de la región de Umbría.

El centro histórico de Umbertide se desarrolla desde las murallas de la “Rocca” hasta la Piazza di San Francesco, situada en el llamado “Borgo Inferiore” (parte baja de la ciudad). En el centro histórico, caracterizado por su singular trazado urbano medieval, y su espléndida arquitectura, destacan una serie de iglesias impresionantes:
La fabulosa Colegiata de Santa Maria della Reggia, del siglo XVI, de planta octogonal y coronada por una cúpula magnífica. Su peculiar interior en forma de círculo, está delimitado por unas hermosísimas columnas de estilo dórico. Entre otras obras de arte, alberga unos lienzos de Niccolò Pomarancio (1553-1626) de valor incalculable.
La bellísima Iglesia di Santa Croce, del siglo XVII, barroca, suntuosamente ornamentada, que aloja un museo en el que se conserva el famoso “Descendimiento” de Luca Signorelli, nacido y fallecido (1443-1523) en la cercana Cortona (Toscana), que está considerado como uno de los grandes pintores del Renacimiento. Así mismo, el museo conserva la célebre “Madonna in Gloria con Bambino e Santi” de Niccolò Pomarancio, además de obras de destacados pintores de la escuela umbra de los siglos XIV, XV y XVI.
La elegante Iglesia di Santa Maria, de finales del siglo XV, que conserva un soberbio fresco del genial pintor perusino Bernardino di Betto “Il Pinturicchio” (1454-1513)
Así como las iglesias de San Francesco, del siglo XIV, y la de San Bernardino, del XVI, ambas muy hermosas y perfectamente conservadas.

A unos 5 Km. al norte de Umbertide se encuentra otra de las fortalezas más impresionantes y mejor conservadas del Valle del Tíber. Se trata del Castillo de Civitella Ranieri, construido entre los siglos XV y XVI. Está formado por cuatro cuerpos colosales, dos de los cuales son torres circulares, mientras que las otras dos son estructuras cuadradas.
La espléndida fortaleza domina la hermosa y exuberante llanura cercana.

El hecho de que me haya entusiasmado con el arte monumental que abunda en Umbertide, y que haya dejado un poco de lado su apasionante historia, no significa que vaya a cerrar esta página sin comentaros otra de las delicias de esta preciosa y próspera localidad. Umbertide es otra de las ciudades de Umbría que destaca por sus extraordinarios vinos D.O.C, al estar incluida en la ruta conocida como “La Strada del Vino dei Colli del Trasimeno”, en la que se producen, fruto de sus propios viñedos, vinos tan célebres como el “Sangiovese”, el “Grechetto”, el “Trebbiano”, el “Canojolo” o la “Malvasia”.

¿Dónde paramos a comer en Umbertide? Hay muchos restaurantes buenos tanto en la ciudad como en los alrededores, pero os aconsejo “Il Rustichello”, situado en Via Montessori, donde comimos el domingo pasado. Es muy bonito y agradable, y está muy cuidado, pese a carecer de pretensiones. Sirven una estupenda cocina local, basada en pastas hechas a manos, condimentadas, según su textura y grosor, con distintas y deliciosas salsas (los gnocchi con salsa de setas de bosque son sensacionales) así como una excelente variedad de carnes, desde caza, hasta cordero y ternera, tanto al horno, como guisadas o la brasa (¡el solomillo de buey a la brasa estaba de 10!). Los vinos de la casa, son los de la zona, muy buenos y absolutamente genuinos.
Podéis salir por unos 30 €, más o menos, por persona.

Nada caro, en mi opinión, teniendo en cuenta la calidad de la comida y la amabilidad y atención del servicio.

Sylvia

jueves, 31 de enero de 2008

Perugia, El Palazzo dei Priori y la exposición dedicada a "Il Pinturicchio".










En Diciembre, cuando llegué a Perugia, me estrené en este Blog con una página dedicada a esta magnífica capital umbra. A continuación, os he estado escribiendo desde las distintas ciudades, ciudadelas y localidades de esta región espléndida, alegre y acogedora, que he estado recorriendo, esperando el momento de volver a escribiros desde Perugia, tan pronto como tuviera la ocasión. Bien, pues ese momento ya ha llegado y me apresuro a comunicaros que este sábado, 2 de Febrero, se inaugurará en el Palazzo dei Priori la exposición relacionada con el 550 aniversario del nacimiento de Bernardino di Betto "Il Pinturicchio", nacido aquí entre 1456 y 1460, y considerado uno de los grandes pintores del Renacimiento. Dicha exposición, en la que al parecer se expondrán unas 100 obras del genial "Pinturicchio", procedentes de distintos museos italianos y extranjeros, permanecerá en la Galleria Nazionale dell'Umbria, albergada en el antedicho palacio, hasta el 29 de Junio de este año y, después proseguirá por otras ciudades de Umbría, en las que la presencia artística del "Pinturicchio" y de otros contemporáneos suyos dejaron una huella relevante, especialmente en la ciudad de Spello, en cuya Colegiata de Santa Maria la Maggiore, en el interior de la suntuosa "Cappella Baglioni", el maestro creó una de sus obras más célebres: un maravilloso ciclo de frescos descriptivo de las vidas de la Virgen María y de Jesús.

La Galleria Nazionale dell'Umbria está considerada como uno de los grandes museos de Italia, donde se conservan obras, tanto de referencia como maestras, en su mayoría de lo más renombrados artistas umbros y toscanos, así como de maestros extranjeros, activos entre los siglos XIII y XIX, entre las que se destacan obras maestras del Maestro di San Francesco, de Arnolfo di Cambio, de Nicola y Giovanni Pisano, de Duccio di Buoninsegna, de Gentile da Fabriano, del Beato Angelico, de Benozzo Gozzoli, de Piero della Francesca, de Agostino di Duccio, de Francesco di Giorgio Martini, una serie de obras cumbre del genial Pietro Vannucci, más conocido como "Il Perugino", de "Il Pinturicchio", de Orazio Gentileschi, de Pietro da Cortona, de Valentin de Boulogne, de Sebastiano Conca, de Pierre Subleyras y de Jean Baptiste Wicar.
Por si alguno de vosotros todavía no conoce Perugia, voy a explicaros, a grandes rasgos, cómo es por fuera el impresionante Palazzo dei Priori.
El majestuoso palacio de estilo gótico, con entrada tanto por el Corso Vanucci como por la espléndida escalinata que da a Piazza IV Novembre, se empezó a construir a finales del siglo XIII y fue ampliado, paulatinamente, entre los siglos XIV y XVI. Lo proyectaron los prestigiosos arquitectos locales Giacomo di Servadio y Giovannello di Benvenuto, quienes también dirigieron las obras.
La primera ampliación se realizó en la primera mitad del del siglo XIV, con la incorporación al palacio del área adyacente en la que estaban originalmente el Palazzo del Capitano del Popolo y la Iglesia de San Severo. La segunda ampliación data de la segunda mitad del siglo XIV; la tercera ampliacíón se efectúa en la primera mitad del siglo XV y, la útima, realizada en la parte trasera, se lleva a cabo en el último tercio del siglo XVI.

Si observamos la fachada del Palazzo dei Priori, de acuerdo con sus fases de construcción y ampliación, estilísticamente homogéneas, veremos que de la fase de construcción proceden 3 ventanas tríforas que asoman a la Piazza IV Novembre, más otras 10 que dan al Corso Vannucci. La primera ampliación dota al palacio de otras 2 ventanas tríforas, así como de la escalinata de acceso situada en Piazza IV Novembre.
En la segunda, se procede a añadir otras 6 ventanas tríforas, que asoman al Corso Vannucci, la apertura de un portalón de entrada por esa calle, la edificación de la torre anexa al mismo, y la cesión de una parte del palacio, con entrada por el Corso Vannucci, al famoso "Collegio della Mercanzia", como sede de la corporación de mercaderes de la ciudad, que en aquella época era la más importante de todas las corporaciones gremiales de Perugia.
De la tercera ampliación surgen otras 3 ventanas tríforas y el célebre "Collegio del Cambio", que se constituyó en la sede de la corporación de banqueros de Perugia, con entrada también por el Corso Vannucci. La útima ampliación, como os he comentado más arriba, afectó a la parte trasera del palacio.

El interior del Palazzo dei Priori tiene todas las características arquitectónicas y decorativas de una fabulosa residencia regia, para la que trabajaron los artistas más prestigiosos (arquitectos, escultores, pintores, orfébres, tejedores, ceramistas, etc.) de Umbría, de entre los siglos XIII y XVI, cuya comprensión y asimilación se alcanza solo mediante una visita detenida, pues la ingente cantidad, variedad y calidad de arte condensado entre sus muros, constituye en sí mismo el paradigma de arte total de la Umbría medieval, renacentista y manierista, lo que pone de manifiesto el gran poder político y económico del que gozaba Perugia en los siglos que precedieron a la unidad de Italia.
Con lo anterior me refiero a la arquitectura y ornamentación interior del palaciio, con absoluta independencia de las extraordinarias colecciones de arte que componen la "Galleria Nazionale dell'Umbria", que precisamente por su incalculable valor artístico, y por constituir el marco perfecto en el que exponerlas, se han albergado en la segunda y tercera planta de este suntuoso palacio, ya que otra gran parte del mismo la ocupa la sede del Ayuntamiento de la ciudad.

Bueno, ya sabéis que, entre el 2 de Febrero y el 29 de Junio, contáis con otro motivo, del todo excepcional, para visitar la hermosísima Perugia. Os aconsejo que os organicéis bien, con antelación suficiente, pues creo que no hace falta que os cuente la expectación que esta exposición está levantado en toda Italia y en Europa.

En Perugia también predomina el arte del buen comer, por lo que os voy a aconsejar un restaurante estupendo, con una excelente relación calidad/precio, que está muy cerquita del Palazzo dei Priori. Se trata de "La Cambusa", en Via dei Priori, 82. Es un restaurante que está siempre abarrotado de personas del lugar que van a comer ahí los mejores platos de pescado y marisco que, probablemente, se sirvan la ciudad. Os aconsejo que probéis el "risotto ai frutti di mare", un arroz meloso con distintas clases de marisco, y los tiernísimos y fresquísimos calamares fritos en auténtico aceite de oliva virgen extra, que están de lujo. Los vinos de la casa, procedentes de las colinas de Umbría son buenísimos. Podéis salir por unos 35 ó 40 € por persona. Os va a encantar, yo ya he comido allí 2 veces. Como siga así, elevaré una petición a la dirección de "La Cambusa" de concesión de medalla al mérito por devoción y admiración reverencial.

¿Podré contar con vuestras firmas de adhesión?

Sylvia



























































viernes, 25 de enero de 2008

De paseo por Todi.

De nuevo, estoy con vosotros en Todi y me gustaría que, aunque de momento sea solo con el espíritu, me acompañárais a dar un paseo por esta emblemática ciudadela, en el que intentaré conduciros por los mismos lugares que yo he visitado.

Ahora mismo, estáis frente a la colosal Iglesia di Santa Maria della Consolazione, situada en una circunvalación que se encuentra junto al tercer círculo de murallas. Si en este momento no conseguís recordar bien los círculos de murallas que rodean a Todi, volved un instante a la página de ayer y, después, regresad a ésta, por favor. De lo contrario nos vamos a hacer un lío de aúpa y me daría mucha pena que alguien se me perdiera por el camino...

Actualmente, tras prolongados y minuciosos estudios que han llevado a ir descartando a una serie de arquitectos insignes, activos en la Italia central de comienzos del siglo XVI, la autoría de esa iglesia magnífica, de claro estilo basilical romano, considerada como la obra del Renacimiento más importante de toda la región de Umbría, así como una de las más sobresalientes de ese período en Italia, ha recaído casi con total seguridad, nada más ni nada menos, que en Donato d'Angelo Bramante (Urbino, 1444 - Roma, 1514), más conocido solo como Bramante, quien comenzaría su construcción en 1508, con la colaboración, y la sucesión en la dirección de tan magna obra (se concluyó un siglo despúes) , de artistas tan prestigiosos como Cola di Matteucci da Caprarola -nacido en el pueblo del mismo nombre, en la provincia de Viterbo- el sienés Baldassare Peruzzi, el veronés Michele Sanmicheli, el modenés Jacopo Barozzi da Vignola, el perusino Galeazzo Alessi y, finalmente, el orvetense Ippolito Scalza.

La planta renacentista, de crucero griego, cuenta con tres ábsides en polígono y uno en semicírculo. Su extrema luminosidad procede de las 56 ventanas, dispuestas en círculo, que alumbran el interior de la iglesia. La iglesia, desde la imponente cúpula hasta el suelo, alcanza una altura de 70 metros.

Su rico interior alberga, entre otras importantes obras de arte, 12 estatuas de mármol dedicadas a los apóstoles y, otra, del Papa Martín I, nacido en Todi. Sobre el lujoso Altar Mayor, barroco, se encuentra un bellísimo fresco del siglo XV, que representa a la Santisíma Virgen con el Niño, objeto de gran devoción por parte de la ciudadanía de Todi, al atribuírsele varios milagros. Entre ellos, el obrado con un trabajador ciego de un ojo, llamado Iole di Cecco, que al trasladar el fresco a la iglesia del lugar en el que se encontraba originalmente, se disgustó tanto al verlo tan sucio que, espontáneamente, quitó el polvo que se había acumulado encima, para limpiar los rostros de la Virgen y del Niño. El polvillo se le metió en los ojos y, cuando los abrió, había recuperado completamente la vista del ojo inválido.

Subiendo por la Via della Consolazione, se llega al casco antiguo y, en primer lugar, nos encontramos con el Templo o Iglesia de San Fortunato, de la que os hablé en la página de ayer. La entrada a la espléndida iglesia gótica está precedida por unas escalinatas majestuosas y rodeada de jardines. En la cripta está la tumba del célebre poeta místico en lengua vernácula Jacopone da Todi (1230-1306) autor, entre otros poemas, de las famosas "Loas" y del "Stabat Mater". Nacido como Jacopone de Benedetti, en la ciudad de Todi, de familia noble, al quedar viudo, al poco tiempo de casado, repartió todas sus riquezas entre los más pobres y tomó los hábitos franciscanos en la orden terciaria de los "Observantes". Su talante progresista y su integridan moral le llevaron a firmar, en 1297, el famoso "Manifesto de Lunghezza", en el que se pedía la destitución del Papa Bonifacio VIII y la celebración de un concilio. Jacopone da Todi fue excomulgado, procesado y condenado a cadena perpetua. Fue liberado en 1303, tras la muerte de Bonifacio VIII.

Entrando por la Porta Romana y subiendo por Via Matteotti hacia el centro, nos encontramos a la derecha con la Piazza del Mercato Vecchio, donde están los vestigios de una monumental edificación romana, del siglo I a.C., conocida como los "Nicchioni", que al parecer se trata del conjunto de estructuras ornamentadas sobre las que, sucesivamente, se construiría el Foro y, probablemente, un templo frente a él, donde permanecen los restos de un magnífico mosaíco del mismo período.

A continuación de esta plaza se hallan dos iglesias medievales espléndidas. Quiero aclararos que Todi está lleno de iglesias antiquísimas de enorme interés, pero ahora me estoy refiriendo a las que aparecerán ante nuestros ojos en el recorrido que estamos realizando.

La primera que veremos es la Iglesia de San Carlo cuya construcción se remonta, aproximadamente, al siglo X. Lo que si está documentado es que en el año 1249, la iglesia se remodeló y cuatro obispos consagraron el nuevo templo. La fachada es de estilo románico umbro, con cinco denticulados horizontales en forma de corona. Cuenta con un impresionante rosetón central y sobre la entrada hay una luneta ornamentada con un fresco que representa a San Carlos. En otras obras de arte, el interior alberga un fresco imponente atribuído al insigne Giovanni di Pietro "Lo Spagna", así apodado al tratarse de un artista español, alumno destacado del "Perugino", que se estableció definitivamente en Umbría a finales del siglo XV. "Lo Spagna" está considerado como uno de los grandes pintores umbros del Renacimiento. Hoy en día, muchas de sus obras se pueden admirar en los principales museos de Europa.

Muy cerquita, nos encontramos con la Iglesia de Santa Prassede, de fecha incierta de origen, si bien fue completamente reconstruida en el siglo XIV. Es una hermosa iglesia románica con una inconfundible fachada de piedra blanca y roja. Si alguno de vosotros se ha perdido entre las bellezas del recorrido, que nos espere allí, pues ahora, dentro del segundo círculo de murallas, nos disponemos a bajar por la empinada cuesta del Borgo Nuovo, para encontrarnos, a la derecha, con el impresionante conjunto arquitectónico que es el Convento de las Clarisas, originario del siglo XI.

Ahora subimos para ir a la Piazza del Popolo, y, de camino, nos encontramos con el Palazzo del Vignola, que es el impresionante Palacio Episcopal, de finales del siglo XVI, pero se le conoce por el nombre del arquitecto que lo proyectó y condujo las obras, el ilustre Jacopo Barozzi da Vignola. Actualmente, el Palacio es la sede de distintos eventos culturales y artísticos de la ciudad, entre ellos la Feria del Anticuariado de Italia, que se celebra todos los años en Abril. Todi goza de gran prestigio en Italia y en Europa por su actividad en el sector de las antigüedades, contando con un reconocido mercado al aire libre que se expone en domingos alternos, a lo largo de todo el año, en la monumental Piazza del Popolo, también llamada Piazza Maggiore.

Bien, pues ya hemos llegado a la Piazza del Popolo que es el núcleo del centro histórico de Todi y está considerada como una de las plazas medievales más hermosas de Italia.

La plaza, rectangular y muy grande, está rodeada de palacios. Allí se alza también la imponente Catedral de Santa Maria Assunta, situada en una parte en la que hubo una edificación romana de grandes dimensiones.

La Catedral (aquí se llama Duomo) se construyó entre los siglos XII y XIV, sobre los restos de un edificio religioso erigido alrededor del siglo IX. De estilo lombardo, el acceso a la misma está precedido por una escalinata amplia y señorial. La fachada es cuadrada y sus distintas partes están enmarcadas por cornisas y frisos. Tiene tres portalones de entrada, coronados por rosetones. El interior es de planta de cruz latina, con tres naves, además de otra más pequeña, situada a la derecha. Alberga innumerables obras de arte, entre las que destacan: las tablas del siglo XIII que representan, respectivamente, a la "Madonna di Pian di Porto" y "La Crucifixión", ambas de la escuela umbra, y el impresionante "Juicio Universal", obra de finales del XVI del célebre pintor de Faenza (Emilia- Romaña), Ferraù Fenzoni, que está situado en la contrafachada.
De Pietro de Giovanni "Lo Spagna", la Catedral conserva: un fresco, obra del primer tercio del XVI, que representa "La Santísima Trinidad", junto a la pila bautismal, más una serie de tablas situadas en el ábside.
Absolutamente espectacular es el coro de madera noble tallada y con incrustaciones de marquetería, obra del gran escultor umbro del siglo XVI, Sebastiano da Bencivegna.

Atravesando un espléndido pórtico construido por Jacopo Barozzi da Vignola, a la izquierda de la Catedral, nos encontraremos con el Palazzo Vescovile, de finales del XVI, cuyo lujoso interior alberga frescos de Ferraù Fenzoni y de Andrea Polinori, ambos activos entre los siglos XVI y XVII.
Frente al Palazzo Vescovile se encuentra el Palazzo Cesi, de comienzos del XVI, cuyo diseño fue realizado por Antonio da Sangallo "Il Giovane". Dicho palacio, bellísimo, se construyó a instancias de la noble familia Cesi, y en él residieron tres obispos pertenecientes a dicha familia.
Junto a éste se encuentra el Palazzo Atti, espléndido, pero inacabado, que fue la residencia de una de las familias nobles más importantes de Todi.
A la izquierda de la Catedral está el Palazzo del Capitano Popolo, del que ya os hablé en la página de ayer, así como de su magnífica pinacoteca y salas museísticas, especialmente dedicadas a la arqueología etrusca y romana. La pinacoteca, además de una espléndida colección pictórica de entre los siglos XIV y XVI, en la que se conserva una excelsa tabla de nuestro paisano "Lo Spagna": "La Coronación de la Santísima Virgen", alberga también una importante colección de mobiliario religioso, joyas y cerámicas de entre los siglos XIV y XVII.
Para completar la relación de los grandes monumentos que ornamentan la Piazza del Popolo, nos vamos a detener ante el Palazzo dei Priori, al que también hice alusión en la página de ayer. Como ya sabéis, su construcción data de finales del siglo XIII. Cuenta con una torre preciosa, de planta de trapecio, erigida en la segunda mitad del siglo XIV. A comienzos del siglo XVI, el Papa León X mandó adornar su exterior con unas ventanas renacentistas muy bellas que armonizan perfectamente con el estilo medieval de la fachada.

Todi, además de su impresionante belleza, es sede de muchos eventos culturales y artísticos, que se llevan a cabo en la ciudad en distintas épocas del año. Por ejemplo, os aconsejo que no os perdáis el TODIFESTIVAL, un festival de proyección internacional, con conciertos, ballet, teatro y cine, que tiene lugar todos los años durante los meses de Agosto y Septiembre.

¿Una ciudadela medieval que con solo 17.000 habitantes es capaz de comprender y de conservar tanta maravillas?. Pues sí. Desde que conozco Umbría, no me canso de repetir que esta región es un verdadero ejemplo de saber vivir y de saber hacer.

Por cierto, he descubierto en Todi un restaurante muy elegante, construído y decorado en estilo medieval, especializado en cocina tradicional local, en el que sirven verdaderas exquisitices.
Se trata del "Ristorante Jacopone", situado en la Piazzetta Jacopone, 3, justo en el centro de Todi.
Os sugiero que pidáis cualquiera de sus pastas hechas a mano (tagliatelle, strangozzi, gnocchi, etc.) que son sensacionales, y luego sigáis con el plato degustación de carnes a la brasa o con el cabrito al horno de leña. Lógicamente, después de un buen plato de pasta, podeís compartir el segundo. No pidáis dos platos por cabeza, pues las raciones son muy generosas y ¡os podría dar algo!.
Como Todi también pertenece a la "Strada del Vino del Cantico", no se os olvide probar el extraordinario "blanco" que se produce en estas colinas y que goza de gran prestigio en toda Italia: el Doc "Colli Martani Grechetto di Todi".
Si no os pasáis con los vinos, podéis salir por unos 40 € por persona. Eso sí ¡os van a tratar como a obispos!.

Sylvia

jueves, 24 de enero de 2008

Todi: Tres círculos de murallas defienden su belleza.

La impresionante ciudadela de Todi está situada al sur de Umbría, a 42 Km., en línea recta de Perugia. Por si venís desde Roma, os comento que en coche o en tren se tarda unos 90 minutos, más o menos. Todi, con una población de cerca de 17.000 habitantes, se encuentra en la cima de una colina, a 400 metros de altura, inmersa en el espectáculo natural que compone el Valle Medio del Tíber. Su área territorial es muy grande y está formada, fundamentalmente, por campos fértiles y prados extensos y plácidos, a los que asoman las delicadas colinas que plagan el valle, en cuyas laderas o cimas se alzan un sinfín de pueblecitos y de aldeas de características arquitectónicas medievales.

Todi es una joya de la Edad Media de referencia en Umbría y en el centro de Italia.

A la historia de su fundación, que data de cerca del año 2.700 a.C., de la mano de las primeras tribus etruscas asentadas en el territorio, los conocidos como Veii Umbri, acompaña una leyenda
singular que no se ha desprendido nunca de la ideosincrasia de Todi.
Se dice que dicha tribu, al mando de Túdero, había empezado ya a asentar, a orillas del Tíber, los cimientos del que habría tenido que ser el primer círculo de murallas de su futura ciudad, cuando descendió un águila y asió en sus garras el trozo de tela, que habían dispuesto en el suelo para colocar las viandas. El águila despreció las carnes y demás alimentos que cubrían la tela, pero alzó el vuelo con ella hasta la cima de la colina. Los etruscos lo consideraron como una señal de los dioses y se encaminaron hacia allá. Encontraron el trozo de tela y el nido de ese águila, y en el perímetro de la cumbre iniciaron la construcción del primer círculo de murallas de la ciudad. El emblema de la ciudad de Todi es, por consiguiente, un águila real con las alas desplegadas sujetando una tela con las garras.

Durante la civilización etrusca, el primer nombre que tuvo fue el de "Nidole". Cuando, a partir del siglo VIII a.C., el pequeño asentamiento amurallado se integró en el territorio dominado por los etruscos, pasó a llamarse "Tútere", que significa límite o frontera, ya que la urbe delimitaba las posesiones etruscas que estaban situadas en el márgen izquierdo del río Tiber, a su paso por Umbría.
No obstante la hermosa leyenda, el primer círculo de murallas etrusco, con tramos aún visibles, data de entre los siglos III y I a.C., lo que tampoco excluye del todo que anteriormente no se hubiera erigido otro, ya que en las inmediaciones de Todi se han hallado numerosos vestigios de la presencia del hombre en el área, a partir de la edad de piedra, entre los que sobresalen tumbas y restos de hábitats, indicativos de las respectivas épocas de procedencia.

De importancia capital, para la comprensión del grado de desarrollo y de riqueza que alcanzó Todi durante la civilización etrusca, es la impresionante estatua de bronce, de entre los siglos V y IV a.C., de 1,42 metros de altura, conocida como el "Marte de Todi". La estatua se encontró, en 1835, sepultada junto a los muros del Convento de Montesanto, muy cerca de la ciudad. La estatua, que representa al dios Marte, portaba yelmo, además de una lanza en la mano izquierda que, desgraciadamente, se ha roto a causa del óxido, y una taza en forma de patera en la derecha. Las cuencas de los ojos estaban vacías, probablemente debido a algún expolio, si bien se sabe que los ojos originales estuvieron trabajados en plata. La estatua tuvo que estar sobre un pedestal, pues las plantas de los pies, cuando la encontraron, presentaban huellas del plomo. El "Marte de Todi" está actualmente conservado en los Museos del Vaticano.

Indepedientemente de su enorme valor y belleza, es de sumo interés la inscripción grabada en la parte inferior de la coraza que cubre el torso de la estatua: "Ahal Trutitis Dunum Dede", lo que permite confirmar que los etruscos no solo mantenían una próspera actividad comercial con los celtas, sino que en el área territorial de Todi se asentó una comunidad celta lo suficientemente rica como para que aquel ciudadano, de nombre Ahal Trutitis, donara semejante estatua al templo dedicado a Ares (equivalente al Marte romano, la divinidad griega más venerada por los etruscos) que se encontraba en el mismo lugar en el que, en la Edad Media, se construyó el impresionante Convento de Montesanto, con todo el aspecto de una fortaleza militar, para defenderse de los asaltos de las distintas tropas enemigas, así como de la poderosa ciudad de Orvieto.

A partir del siglo III a.C. Todi (entonces Tútere) se alía con Roma. La importancia y la fuerza que adquieren la ciudad de Todi y su área territorial tras esa alianza llega a ser tan descomunal que, en el transcurso de la Segunda Guerra Púnica, Aníbal, y su hasta entonces imbatible ejército, a su paso por el centro de Italia, se desvían de las inmediaciones de Todi hasta hallar un lugar más seguro para acampar, que encontrarán, después de una larga y dura marcha, a orillas del Tíber.

Pocos años antes del inicio de la era cristiana, el Emperador Octavio Augusto donaría la ciudad de Tútere a sus fieles veteranos de guerra, en muestra de agradecimiento. Así fue como Tútere empezó a perder su identidad etrusca, terminando con la desaparición de esa civilización.
De la Todi romana quedan vestigios de la ampliación y de la consolidación de los muros defensivos, construídos en piedra travertina en el valle de gran profundidad, como si fuera una hondanada muy pronunciada, que separa los dos picos situados en la cima de la colina, conocido como "Valle delle Lucrezie". En ese círculo de murallas se abrieron tres puertas majestuosas: "Libera", "Catena" y "Aurea". Intramuros, los romanos construyeron del Anfiteatro, del Teatro, del Foro y del Mercado, con sus descomunales depósitos de agua, además de espléndidos templos dedicados a Júpiter, Minerva y Marte.

Tras la caída del Imperio Romano, los Longobardos saquean Todi, pero, afortunadamente, no consiguen llevarse las obras de arte más preciadas, ya que los ciudadanos, informados de los saqueos efectuados en las ciudades cercanas a manos de los Longobardos - me refiero a las localidades más afortunadas, ya que la mayoría fueron arrasadas- las habían ocultado en las tierras de los conventos benedictinos construidos en la zona.
A partir del advenimiento del Imperio Carolingio, Todi cae en un régimen de gobierno feudal, lo que da paso a la construcción de castillos imponentes cuyos poderosos baluartes siguen causando conmoción a los ojos de quienes visitan la ciudad.
Desde el siglo XII, la ciudadela de Todi, que ya había adquirido la categoría de municipio, se ve inmersa entre las luchas por el afán de expansión territorial y las consiguientes disputas por el poder protagonizadas por las ciudades de Spoleto y de Orvieto, guibelina la una y güelfa la otra, lo que obligará a ampliar y a reforzar, una vez más, la defensa de la ciudadela, dando lugar al tercer círculo de murallas, de unos 4 Km. de longitud, que terminaría de levantarse en 1244, y en el que, sucesivamente, se abrirían tres puertas fortificadas: "Romana", "Amerina" y "Perugina".

Algunas de las obras monumentales más importantes de Todi datan de entre los siglos XII y XIV, y se encuentran en la parte más antigua de la ciudadela (la de orígen etrusco y, después, romano) situada entre los dos picos que sobresalen de la cima de la colina: el Palazzo dei Priori (Palacio del Gobierno), el Palazzo del Capitano del Popolo (Palacio del Capitán del Pueblo), actualmente sede de un prestigioso museo que alberga una magnífica pinacoteca, además de distintas secciones dedicadas, respectivamente, a la arqueología, la numismástica, la cerámica y el tejido; la Catedral de Santa Maria Assunta y el Tempio di San Fortunato, imponente iglesia gótica, erigida en honor a ese santo que fue obispo de la ciudad y cuyos restos descasan en la cripta.

Como comprenderéis, la riqueza histórica y artística de Todi no se puede ni se debe resumir en una página, por lo que os prometo que mañana sigo con esta espléndida ciudadela del sur de Umbría que, por lo que he sabido, tras un estudio de carácter oficial realizado por sociólogos norteamericanos, ha sido considerada por su belleza, ambiente y perfecto estado de conservación como una de las ciudades más habitables de Europa.
Además, ahora me están esperando para cenar en una pizzeria de la que nos han hablado estupendamente. Por lo visto, sirven unos entrantes, unas pizzas y unas ensaladas buenísimas, y, además, nos han dicho que no es nada caro. Se llama "La Ruota" y está en Via Giuseppe Cocchi, 11.

¡Salgo disparada para allá, que es tardísimo!
Hasta mañana,

Sylvia

domingo, 20 de enero de 2008

Marsciano: Un museo itinerante de gran belleza natural y artística.








Marsciano, con unos 17.000 habitantes, es una localidad privilegiada, tanto por la belleza del territorio en el que se encuentra, por su monumental arquitectura, sus obras de arte, su ambiente, lleno de vida y de actividades, como por el bienestar de sus ciudadanos, gracias a su floreciente actividad, fundamentalmente artesanal, en los sectores de la madera; de la cerámica y terracota; del forjado del hierro; de la elaboración textil, a partir del hilo y del algodón, y de la alimentación, cuyos productos de primera categoría son fruto del inteligente y esmerado cultivo de su rico territorio agrícola y de su actividad ganadera.
La ciudad se encuentra en una llanura, a 28 Km. al sur de Perugia, la capital, y a unos 26 Km. al norte de la importante ciudad de Todi. Esta práctica equidistancia entre dos de las grandes urbes de Umbría, dominantes y adversarias entre sí a lo largo de la Edad Media por su distinto posicionamiento político, güelfa, la primera, y, guibelina, la segunda, habrían de marcar indeleblemente la historía de Marsciano, así como la constitución de una notabílisima arquitectura defensiva que se extiende, casi sin solución de continuidad, por toda su área territorial, a causa de las feroces luchas entre Perugia y Todi por la conquista y poder de Marsciano y de su área territoral. Alternancia esa que, salvo algunos interludios, se prolongaría hasta el Renacimiento, cuando, en el siglo XVI, entró a formar parte de la jurisdicción del Vaticano, donde permaneció casi continuadamente hasta su integración en el Reino de Italia, en septiembre de 1860.

Bueno, chicos, no sé qué mosca me habrá picado hoy, pero estoy en disposición de conceder una pequeña tregua a la historia y hablaros más detenidamente de la belleza y de las características de su entorno natural. Me va a costar lo suyo, pues no es precisamente mi especialidad, pero, como os lo merecéis sobradamente, vamos allá...

Marsciano se encuentra en el territorio conocido como "Laterizio" y está situada en el llanura del Valle Medio del Tíber, formada entre las cuencas del río Tíber y la de su caudoloso afluente, el río Nestore.

Su área territorial comprende un montón de pueblos y de aldeas preciosas, y muy interesantes tanto histórica como artísticamente: Cerqueto, Castello delle Forme, San Valentino della Collina, Olmeto, Villanova, Badiola, Spina, Migliano, Sant'Apollinare, Pieve Caina, S. Biagio della Valle, Castiglione della Valle, Mercatello, Monte Vibiano, Morcella, Compignano, Papiano y Santa Elena.
Ese área contiene todas las características naturales que distinguen a la hermosa región de Umbría. Se trata de unos campos fértiles, bañados por ambos ríos, además de torrentes y arroyos que discurren zigzagueantes y saltarines entre la naturaleza. Las llanuras están armonizadas por unas colinas verdes, de tonalidades cambiantes, onduladas y serenas, en cuyas faldas o cimas, a lo largo de la historia, se han erigido todas esas pequeñas localidades, presididas por castillos medievales, entre abadias, iglesias y ermitas diminutas y encantadoras.
Ese valle, en el que la naturaleza ha permanecido intacta e incontaminada, alberga espléndidos bosques, en los que, entre las más diversas especies de la flora mediterránea, sobresalen los robles y las encinas.
En las colinas, y junto a ellas, crecen las vides, los olivares, los girasoles y los cereales, cuyas distintas características y colorido conforman un paisaje lírico y amable, siempre vestido de fiesta, símbolo de la alegría por la abundancia que representa.

Lo anterior, resulta de tanto interés natural como arquitectónico y artístico, por lo que, estando por aquí, he oído en varias ocasiones referirse a ella como al "Museo Itinerante de Marsciano", al que acuden los naturalistas y los turistas con el propósito de conocer, además de la "planta noble", en la que se alberga la ciudad de Marsciano, todas sus otras plantas y respectivas salas, en las que se aloja su territorio, haciendo que su visita se prolongue tanto como den de sí su tiempo de ocio y sus bolsillos: quienes, solo por unos días y, quienes, por una larga temporada...

El casco antiguo de Marsciano, grande y muy bien conservado, aloja entre sus callecitas y plazas de trazado medieval, una arquitectura espléndida conformada por casas, palacios e iglesias que datan, fundamentalmente, de entre los siglos XIII y XIX.

Junto a los tramos del cinturón amurallado que aún perduran, en el que estuvo incluída la antigua ciudadela, surgen tres de las imponentes torres defensivas, de las siete que tuvo Marsciano, situadas a lo largo de sus murallas: la Torre Bolli, al sureste, la Torre Boccali, al este, y la Torre di Porta Vecchia al noreste. También resulta muy hermoso observar las fantásticas edificaciones medievales que están prácticamente unidas a los tramos de murallas que siguen en pie.

Frente a las torres Bolli y Boccali, se encuentra el magnífico Teatro Concordia, del siglo XIX, en el que se celebran los principales espectáculos cinematográficos, escénicos y musicales de la ciudad.

Delante del Palazzo Comunale (el Palacio del Ayuntamiento), obra estupenda del último tercio del siglo XIX, se encuentra el imponente Palazzo Pietromarchi, del siglo XIV, que, actualmente, es la sede museistica, asi como de muchas de las actividades culturales e iniciativas sociales de Marsciano.

La impresionante Iglesia de San Juan Bautista, patrono de la ciudad, se alza en pleno centro del casco antiguo. La iglesia original, del mismo nombre, se construyó a mediados del siglo XII, pero hubo que reconstruirla a finales del siglo XIX, si bien respetando sus características románicas externas. Anexo a ella se encuentra un espléndido campanario del XIX, en el que, a unos 15 metros de altura, está incluída una bellísima estatua de San Juan Bautista. En la cúspide, se encuentra un original y gran reloj, que no solo marca las horas, sino que también los días de la semana, los del mes, los meses del año y las fases de la luna. Ese insólito reloj, de factura muy hermosa, lo creó un artista y joyero lugareño de la época, llamado Salvatore Salvatorelli.
El interior de la iglesia es de estilo gótico, con una nave central y dos laterales. Está ornamentado con bellísimas obras de arte, entre las que destacan un lienzo del siglo XVI, de la escuela perusina, que representa "La Majestad de la Virgen con los santos"; un espléndido crucifijo de madera y un tabernáculo maravilloso, también de madera, del siglo XVII; un lienzo del célebre pintor umbro Vincenzo Chialli (1787 -1840) y cuatro singulares altares de terracota, obras, respectivamente, del prestigioso arquitecto umbro del XIX, Nazzareno Biscarini, y del gran escultor Antonio Ranocchia, nacido aquí, en 1915, y fallecido en Perugia, en 1989.


Además de otras iglesias preciosas, como la de Santa Margherita y la de San Francesco, ambas del siglo XIII, y las Iglesias de la Madonna delle Grazie y de Santa Maria delle Vigne, las dos del siglo XVI, en las que se conservan sendas importantes series de frescos de la escuela perusina de ese mismo siglo, hay tres museos en Marsciano que os van a encantar.
El más importante y exclusivo por el tipo de arte que alberga es el "Museo Dinamico del Laterizio e delle Terrecotte". Lo anterior, significa "Museo Dinámico del ladrillo y de las terracotas". Evidentemente, no se trata de ladrillos cualquiera sino de un ladrillo singular cuyo origen se remonta a la civilización romana y que, desde entonces, se ha utilizado fundamentalmente para los pavimentos y fachadas de las construcciones representativas, por el alto coste de su elaboración. Los ladrillos se fabricaban a base de arcilla depurada en agua y desgrasada con arena, secados primero al sol y, después, en hornos a temperaturas altísimas. Por lo que me han explicado, parece tratarse de un proceso parecido al que se realiza con la cerámica. Tienen múltiples formas y, a veces, están grabados.
Este espléndido museo, infrecuente, en su género, pero que, además, alberga piezas en terracota de enorme valor artístico e histórico, tiene una sede central expositiva en el Palazzo Pietromarchi, mientras que el resto de las "sedes" son itinerantes, en la medida que están diseminadas por todo el territorio de Marsciano (por eso se le conoce como el territorio del "Laterizio") y presentes en los palacios, castillos, iglesias y demás monumentos que, desde los tiempos de la antigua Roma en adelante, se construyeron utilizando ese peculiar y lujoso ladrillo. Asimismo, en el Palazzo Pietromarchi, se pueden admirar distintas obras de arte, entre ellas un espléndido fresco de comienzos del siglo XVI, de la escuela del gran "Pinturicchio", que representa a la Virgen en el Trono, con el Niño, los ángeles, San Silvestre y San Roque.

Los otros dos museos, situados ambos en el centro de la ciudad, son: el "Museo delle Conchiglie" o sea, el "Museo de las Conchas", que conserva más de 3.000 ejemplares, la mayoría insólitos y de gran belleza, prodecentes de todos los mares y océanos de este mundo, y el "Museo del Vino e delle Etichette ed Ex Libris Tesei Carloni". Este museo expone botellas de vino del mayor prestigio nacional e internacional (cuenta con unas 8.000), además de etiquetas para botellas de vinos (unas 85.000) muchas de ellas muy antiguas y de gran interés, además de curiosísimas, así como uno 1.500 ex libris cuyos argumentos versan, en general, sobre temas gastronómicos y enológicos.

Bien, si me prometéis que no váis a dejar de visitar los pueblos y aldeas medievales del territorio del "Laterizio" os digo, a renglón seguido, donde podéis comer en Marsciano. En ese recorrido, me refiero de manera muy especial a: Sant'Apollinare, una pequeña ciudadela presidida por un castillo imponente; Cerqueto, cuyas iglesias albergan verdaderos tesoros pictóricos, incluso de la escuela del genial "Perugino", o el impresionante conjunto arquitectónico que forma la Fortaleza de Monticelli, situada en la ciudadela de Castiglione della Valle, que incluye una iglesia diminuta del siglo XII, de una belleza sublime, afrescada por el insigne pintor toscano del siglo XIV Meo da Siena.
Toda esa riqueza natural, monumental y artística, os va a dejar una huella indeleble en el conocimiento y en el corazón, os digo, rápidamente, dónde podéis comer en Marsciano.

Aquí está el "renglón seguido":
Estuvimos comiendo en un restaurante-pizzeria que se llama el "Bistrot", situado en Piazza Carlo Marx, casi en el centro de la ciudad. De aspecto muy agradable y confortable, el local está especializado en cocina umbra: embutidos y quesos estupendos, además de una tarta (salada) de queso, cremosa y extraordinaria, pasteles (salados) de "ciccioli" (una especie de "chicharrones"), "bruschette" (tostas pequeñas condimentadas con aceite de oliva virgen y con los más variados ingredientes) y , por supuesto, una gran variedad de pastas hechas a mano, con salsas de carne o de queso, o de setas perfumadas del bosque, con trufa rallada por encima, en fin, preparadas de mil maneras, así como las famosas carnes de caza, de vacuno y de cordero de la región, guisadas, al horno o la brasa. ¿Las pizzas? ¡Excelentes!.
En cuanto a los vinos, teniendo en cuenta que las colinas de Marsciano están comprendidas en una de las rutas de vino más prestigiosas de Umbría "La Strada dei Vini del Cantico", podéis pedir cualquier blanco, rosado o tinto procedente de esa ruta, que en el "Bistrot" suelen ofrecer como "vino de la casa".
Si termináis la comilona con algún postre típico, el "torciglione", o la "roccia" (una especie de "brazo de gitano", relleno de crema, chocolate y frutos secos) que están deliciosos, pedid, también, una copita del exquisito vino dulce "Vin Santo". Nosotros, tuvimos que caerles muy bien, pues a la copita final nos la ofreció la casa...
Calculad entre 25 y 35 € por "barba", ya que supongo (no espero menos de vosotros...) que invitaréis a las señoras o señoritas que os acompañen ¿no?. Por favor, no seáis ni desconsiderados ni "roñas", que lo menos que se merece el "Laterizio" es estar a la altura de sus ciudades y paisajes maravillosos.

Sylvia