jueves, 3 de enero de 2008

Città de Castello: Su arte y una sorprendente leyenda sobre amoríos cortesanos.

Hoy se trata de abundar un poco, tal y como me compremetí con vosotros el día de Año Nuevo (¡Feliz Año! otra vez, de todo corazón), en el arte de esta ciudad magnífica cuyo casco antiguo, visiblemente rodeado por sólidas murallas del siglo XVI, es un derroche de belleza, fundamentalmente, medieval y renacentista, creada, en estado de gracia, por grandes artistas toscanos y umbros. Los monumentos renacentistas, estuvieron patrocinados en su mayoría por la poderosa familia Vitelli que, salvo el desdichado lapsus histórico protagonizado por el inicuo César Borgia, que os relaté a grandes rasgos en la página anterior, siguió gobernando con buen acierto la ciudad durante todo el siglo XVI.


Entre las grandes obras arquitectónicas de esa época, destaca el Palazzo Vitelli alla Cannoniera, construido por iniciativa de Alessandro Vitelli, entre 1521 y 1545. La bellísima fachada, que asoma a un jardín de estilo y dimensiones regias, está elegantamente decorada con "graffiti" de Giorgio Vasari y de Cristofano Gherardi, quien también afrescaría varias de sus espectaculares salas. Hoy en día, el Palacio alberga la extraordinaria Pinacoteca Comunale de la Ciudad.

Al parecer, Alessandro Vitelli, tenía una amante guapísima de nombre Laura, que residía en el palacio, cuyas gracias tenían sorbido el seso a gran parte de la población masculina de la ciudad. Ligera de costumbres, dicen que era presa de un de un deseo incontrolable de mostrar y compartir sus encantos con los muchachos más apuestos, que observaba desde las ventanas de sus aposentos, sin que ello provocara la menor sospecha entre los habitantes de palacio.

Una vez puestos los ojos en algún incauto, aparentemente bien dotado, dejaba caer un pañuelito bordado con sus iniciales, como quien no quiere la cosa... de manera que el elegido, al verlo, lo recogiera y subiera a entregárselo. Al concluir el apasionado encuentro, con la excusa de que nadie pudiera especular sobre ello, le rogaba que saliera por una puerta secreta de su saloncito privado, camuflada entre la decoración del mismo. El joven, en su pretensión de pasar inadvertido, accedía encantado sin saber que tras esa puerta no había salida alguna ¡sino una trampa mortal!. Sin cuerpo no hay pruebas... y, además, ¿qué ciudadano podría haber tenido la osadía de presentarse en palacio a que le rindieran cuentas sobre algún allegado desaparecido?
Bien, pues ya que os contado la habilidad diábolica de la tal Laura para proveerse de excitantes amoríos cortesanos, paso a ilustraros, por encima, qué lugares de interés artístico de Città de Castello son absolutamente imprescindibles de visitar.
En primer lugar, ya que acabamos de hablar del Palazzo Vitelli, os sugiero que os recorráis las 21 salas de la fantástica Pinacoteca, considerada la más importante de Umbría, después de la de Perugia, en las que están albergadas valiosísimas obras de arte, de entre los siglos XIII y XIX. Como, por ejemplo, obras de artistas geniales de la talla de Rafael, Luca Signorelli, Domenico Ghirlandaio, Andrea Della Robbia, Lorenzo Ghiberti, Antonio Vivarini, Raffaellino del Colle y Niccolò Circignani "Il Pomarancio".

Otra pinacoteca fundamental es la conservada entre el renacentista Palazzo Albizzini y las naves de los antiguos Secaderos de Tabaco. Se trata de la Colección Burri. Está dedicada casi monográficamente a Alberto Burri, nacido en Città di Castello, en 1915, y fallecido en el sur de Francia, en 1995, quien donó a su ciudad natal la mayor parte de su ingente obra pictórica y escultórica, así como dibujos y bocetos escénicos. Alberto Burri, uno de los principales exponentes de la pintura y de la escultura -realizada con los materiales más diversos- del siglo XX en Italia, fundó, en 1951, el célebre "Gruppo Origine", formado por él y por Ettore Colla, Giuseppe Capogrossi y Mario Ballocco, quienes no queriendo ceñirse a los cánones de la pintura figurativa, pero tampoco al estilo abstracto, imperante en esos años, crearon una forma diferente, impactante y apasionante de expresión plástica de las emociones y de una particularísima introspección en la realidad.

En el Palazzo Albrizzini hay 20 salas dedicadas a Alberto Burri, mientras que en las naves de los que fueran los Secaderos de Tabaco, espléndidamente estructuradas, se conservan sus obras de madurez, así como impresionantes ciclos pictóricos de gran tamaño.

Entre los lugares de culto destacan la Catedral de San Florido y San Amancio, levantada sobre una iglesia del siglo XI, pero reconstruida y totalmente modificada a finales del siglo XIV. La Catedral consta de una planta de crucero latino con una sola nave, rodeada de capillas espectaculares, en las que se conservan destacadas obras de arte.

En la bellísima cripta están las sepulturas de los santos que dan nombre a la Catedral.
Otra cosa que llama poderosamente la atención es el altísimo y grueso campanario cilíndrico, románico, de la Catedral, cuyo aspecto bizantino recuerda los construidos en el noroeste de Italia en los siglos V y X.
Anexo a la Catedral, en Piazza Garibaldi, se encuentra el Museo de la Catedral. Consta de siete salas y alberga magníficas obras de arte, antes emplazadas en la Catedral y en las iglesias principales de la ciudad, como el "Tesoro de Canoscio", que es un ajuar litúrgico de gran riqueza y belleza de época paleocristiana, así como mobiliario, valiosos objetos de carácter sacro y obras de pintores renacentistas destacados.

Otras iglesias de gran interés son las de San Francesco, de finales del siglo XIII; la de Santa Maria Maggiore, de principios del XV, de estilo gótico, pero con una imponente portada renacentista, y la gran e impresionante Iglesia de San Domenico, del siglo XV, con un portalón ojival a la derecha y ornamentada con frescos de los mejores exponentes de la escuela umbra.
Además, Città de Castello es la sede del famoso festival de música de cámara, conocido como el "Festival delle Nazioni", que tiene lugar todos los años entre la última semana de Agosto y la primera de Septiembre, al que concurren los solistas y las agrupaciones camerísticas más prestigiosas del mundo y cuyos conciertos se celebran en el interior de sus bellísimos palacios e iglesias. Una cita con la gran música a la que os aconsejo acudir encarecidamente.
Por otra parte, entre finales de Octubre y principios de Noviembre, en la ciudad se lleva a cabo un famoso evento de carácter gastronómico "La exposición de las trufas y de los productos del bosque", en la que se muestran y degustan las célebres trufas blancas de la zona y una gran variedad de setas, castañas, mieles, mermeladas, además de su extrardinario aceite de oliva extra virgen, sus vinos, quesos, embutidos y sus magníficas carnes de vacuno de raza chianina, cuya delicada textura y sabor suave y exquisito no tienen parangón posible con ninguna otra carne que yo haya probado, de momento, en Europa.

Hablando de comida: hay un buen número de restaurantes y de pizzerias donde se come muy bien, pero os recomiendo un restaurante cuyo ambiente refinada y elegante y su cocina creativa, basada en la cocina tradicional lugareña, os van a encantar: es "Il Postale di Marco e Barbara", situado a escasa distancia de las murallas de la ciudad. Podéis preguntarle a cualquiera para que os indiquen, pues todo el mundo lo conoce en la ciudad. Depende del tiempo que haga o de lo que os apetezca, se puede comer tanto dentro como en el jardín. Lo dirige un matrimonio: el marido es el prestigioso chef Marco Bistarelli y su mujer, Barbara, se ocupa de la sala. Ofrecen un extenso y muy completo menú degustación, con un muestreo de todas sus deliciosas especialidades, por un precio de 65 €. Si preferís comer a la carta, el precio medio de una comida completa está entre unos 40 y 60 €. Os sugiero que probéis el exquisito cordero lechal con guarnición de múltiples verduras frescas y tiernísimas o, si preferís, el solomillo o chuletón de ternera "chianina".
Después de todo el río de tinta que he vertido para contaros cosas de esta hermosa y emblemática ciudad, no iréis a pasar de largo y dejarme aquí tirada ¿verdad? ¡Qué yo no me entere!


Sylvia















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