miércoles, 6 de febrero de 2008

Corciano: El encuentro con un sueño a plena luz.



Estamos ante una ciudadela medieval encantadora, de verdadero cuento de hadas, que conserva intacto su trazado urbano original de ciudad amurallada, en cuyo interior se desarrolla un laberinto de calles y de callecitas serpenteantes y empinadas, con tramos de escalera, para acceder a las casas de época, con las ventanas cuajadas
de macetas con flores multicolores. Un ovillo arquitectónico singular, armónico y delicado, limpio como una patena y en perfecto estado de conservación, en el que, dichosamente, se pierde la noción de los tiempos prosaicos que nos ha tocado vivir.

Corciano está incluida en la lista oficial de “I Borghi più Belli d’Italia” (las localidades más bellas de Italia) con lo que ya, para empezar, creo que he dicho bastante.
Cuenta con una población de unos 14.500 habitantes, y se encuentra sobre una colina de vegetación exuberante, a 408 metros de altura sobre el nivel del mar.
Está a una distancia casi equidistante de Perugia y de la orilla oeste del Lago Trasimeno: a 15 km. por carretera de la primera y a unos 11 Km. de ese enorme y maravilloso lago situado exactamente en el centro de Italia, entre las regiones de Umbría y Toscana, cuya belleza natural, y la multiplicidad de las preciosas y antiquísimas localidades que surgen en torno a él, hacen que constituya un punto ideal para descansar, así como para visitar los territorios adyacentes.

Sobre el origen del nombre de Corciano hay distintas hipótesis, pero a mí me ha encantado una leyenda antiquísima difundida por todo el territorio perusino, que atribuye ese nombre a Coragino, patricio troyano y compañero de Ulises, quien, tras la destrucción de Troya y su subsiguiente partida a Italia, descubre este lugar de naturaleza idílica y acogedora, y se asienta aquí junto a otros guerreros y nobles troyanos que le acompañaban en el exilio.
Lo que sí está documentado, como consecuencia de las excavaciones arqueológicas realizadas en el área de Corciano, es que hubo un asentamiento etrusco cuya antigüedad se remonta al siglo VIII a.C. Procedente del siglo VI a.C., se ha encontrado una necrópolis impresionante, presidida por la célebre tumba de los carros de bronce. Por otra parte, se ha constatado la gran expansión que alcanzó la localidad originaria, a partir del siglo III a.C., debido muy probablemente, a su ingente producción de urnas funerarias, piezas ornamentales y otros útiles arquitectónicos de valor en piedra travertina, que, una vez realizados, se transportaban y se vendían por todas las ciudades del territorio en fase de construcción.
Entre los siglos XI y XIII, Corciano se encuentra bajo la dominación directa de Perugia, pero, a mediados del siglo XIII, se constituye en un municipio independiente dentro del área territorial de Perugia. A inicios del siglo XIV, Corciano se ve envuelta en las sangrientas luchas de expansión territorial entre las poderosas ciudades de Todi y de Perugia, manteniéndose, no obstante, al lado de esta última, junto a la cual, en 1310, libra la célebre Batalla de Monte Molino contra la ciudad de Todi, de la que Perugia y sus aliados salen victoriosos. A partir de entonces, Corciano, como la mayor parte del territorio umbro, pasa a formar parte de los Estados Vaticanos, quienes asignan la administración de la ciudad, en calidad de feudo, a los Duques Della Corgna.
En 1809 el I Imperio de Francia establece su sede de gobierno en Perugia, y Corciano constituye su propio Ayuntamiento. En 1860, la ciudad, así como toda la provincia de Perugia, se anexiona a la Unidad de Italia por mayoría absoluta.

La Porta Santa Maria cuya función sigue siendo la de dar acceso a la maravillosa ciudadela, que aún está protegida por más de 1 Km. de murallas.
Esta puerta es la más importante de Corciano y procede del siglo XV, si bien fue reconstruida en el último tercio del siglo XIX. Está flanqueada por un impresionante torreón de vigía y defensa, erigido a finales de ese mismo siglo. Desde allí, dando un paseo precioso, llegamos al Corso Cardinale Rotelli, la calle principal de la ciudadela. Ahí se encuentra el magnífico Palazzo Municipale, del siglo XVI, que fuera la residencia de los Duques Della Corgna. El interior del palacio, suntuoso donde los haya, conserva en el Salón del Consejo, los techos originales de madera tallada y ornamentada, diseñados y trabajados por los insignes hermanos Zuccari, a finales del XVI. El Palazzo Municipale alberga un interesantísimo Museo Arqueológico Etrusco y Romano, en el que se conservan las obras de arte y piezas más sobresalientes de sendas civilizaciones, que han ido saliendo a la luz en el área de Corciano.
Antes de llegar a la Piazza Coragino, directamente por el Corso Cardinale Rotelli, contemplaremos, a la derecha, el soberbio Palazzo del Capitano del Popolo, del siglo XV, cuya hermosa fachada presenta las características inconfundibles del Renacimiento temprano. Próximo a éste, se encuentra el espléndido Palazzo dei Priori e della Mercanzia, del mismo período artístico.
Una vez en la monumental Piazza Coragino, nos topamos de frente con la bellísima Iglesia de Santa Maria Assunta, construida en el siglo XIII, con un magnífico campanario cercano a la misma, no anexo. Su hermoso interior alberga, entre otras obras de arte, dos obras maestras: una “Asunción” del genial Pietro di Cristoforo Vannucci “Il Perugino”, fechada en 1513, y el célebre “Gonfalone” (estandarte), obra del 1470 c. del prestigioso pintor perusino Benedetto Bonfigli, maestro de “Il Perugino”.
En dicha plaza sigue estando un pozo original del siglo XVI, en cuya piedra está grabado el escudo de la ciudad.
En Via Tazzacone, cerquita de la Piazza Coragino, están: la bellísima Iglesia de San Cristoforo, de la primera mitad del siglo XVI, cuyo interior alberga un notable museo de arte sacro, y el Museo della Casa Contadina, una casa museo, alojada en el interior de una casa rural típica, decorada con el mobiliario y los enseres originales del siglo XIX, que solían encontrarse en las casas lugareñas de tradición campesina.

Después, rodeando la ciudadela, llegamos a la altura de la antigua Porta San Francesco, ante la cual está la fantástica Iglesia de San Francesco, gótica, terminada de construir a finales del siglo XIII, y dotada de una fachada sublime en piedra blanca y rosa. Su planta consta de una sola nave, y el espléndido suelo incluye 21 sepulturas, con las correspondientes inscripciones de los nombres y blasones de la más rancia nobleza lugareña que, a lo largo de los siglos, tuvo a bien considerar que no había lugar consagrado más hermoso en toda Corciano, en el que descansar en paz.
La Iglesia de San Francesco aloja obras de arte de gran valor, entre las que destacan: un óleo del ilustre pintor barroco Benedetto Bandiera, del siglo XVII; un panel, del siglo XV, obra de Giovanni Battista Caporali, seguidor de “Il Perugino”; un bellísimo crucifijo de la escuela umbra del siglo XVI, así como obras de Orlando Merlini, Lorenzo Sinibaldi, Giovanni Antonio Scaramuccia y Giuseppe Laudati, independientemente de los bellísimos frescos de finales del siglo XIII, y del siglo XIV, que ornamentan sus paredes.
La espléndida iglesia gótica, así como la mayoría de los palacios e iglesias de Corciano, se convierte en sede expositiva de obras de arte, con ocasión de los grandes acontecimientos culturales y artísticos que tienen lugar en la ciudadela a lo largo del año, pero, especialmente, durante “L’Agosto Corcianese”, uno de los festivales de verano más importantes de Umbría de música, teatro y arte, amenizado con fiestas tradicionales en trajes de época, degustaciones de la gastronomía local y de los soberbios vinos de la zona, etc., todo ello en el onírico marco medieval de la ciudadela.

Hablando de gastronomía, entre los varios restaurantes y pizzerías de Corciano en las que se come estupendamente, os voy a sugerir un sitio, para que vayáis abriendo boca para este verano, cuando volváis para asistir al fantástico festival de “L’Agosto Corcianese” (sé que volveréis ¡Vaya que si volveréis!) cuando, además, os encontraréis con un montón de tabernas y fondas a la usanza medieval abiertas hasta altas horas de la noche…
El sitio es “La Locanda di San Michele”, en Via Ballerini, 1, en el corazón mismo de la ciudadela. El restaurante es pequeño y precioso. Se encuentra en el semisótano de un fantástico palacio de la Baja Edad Media. Conserva las características arquitectónicas de la época, como, por ejemplo, los techos abovedados y las paredes de ladrillo visto de color rojizo, y está decorado con un gusto exquisito. Sirven una cocina creativa, muy refinada, pero aromática y sabrosa, basada en antiguas recetas de tradición local. Os sugiero que probéis el “risotto” (arroz meloso) cocinado con vino “Sagrantino” y queso “taleggio”, o la mousse de lentejas con trufas y, después, el pato glaseado, al horno, o el solomillo de buey a la brasa. Entre los postres de la casa, hechos artesanalmente, destacan la tarta de peras al caramelo y la mousse de castañas con almíbar de mandarinas.
¿Cuánto os puede costar? Bueno, pues basándome en nuestra experiencia, no más de 30 ó 35 € por persona, lo que resulta increíble para un lugar tan sumamente bonito y con una comida tan excelente.

Hasta muy pronto,

Sylvia

1 comentario:

Carmen dijo...

Hola Sylvia. Quería darte las gracias por tu blog. Me explico. Mi marido y yo estamos residiendo en Orvieto, (por cierto no se si lo conoces, pero te lo recomiendo). Esperamos pasar tres meses aquí conociendo mejor Italia, que nos enamoró hace casi treinta años. Él es marino y realizaba frecuentes viajes a distintos puertos italianos y yo estuve haciendo prácticas en mi época de estudiante en Trieste.
El caso es que conocer y leer tu blog me ha permitido recoger una serie de información sobre ciudades que tengo pendientes de visitar.
Gracias de nuevo,
Carmen
P.D. Por cierto la dirección de nuestro blog, que como el tuyo es muy familiar es: http://carmen-casado.blogstop.com