sábado, 22 de diciembre de 2007

Asís: La Capilla de la Porziuncola en la Basilica de Santa Maria degli Angeli.


La ciudad de Asís, declarada patrimonio de la humanidad y galardonada, en 2004, con la medalla de oro al mérito civil, es sin duda la ciudad más famosa del territorio de Umbría y, también, una de las más célebres de Italia.
La bellísima y pequeña ciudad, con una población de unos 27.000 habitantes, se alza en la ladera occidental del Monte Subasio, cuya cima alcanza los 1.290 de altura sobre el nivel del mar.

Si bien es cierto que su fama se debe principalmente a ser la cuna de San Francisco de Asís, patrón de Italia, uno de los santos hombres sobre el que se han vertido más rios de tinta, compuesto más cantos de alabanza y creado más obras de arte, impulsado todo ello por el asombro y el fervor que no deja de despertar la figura amorosa y compasiva y la obra conmovedora y pacificadora de ese singular hombre de Dios, no es en ningún caso menos cierto que su magnífica arquitectura medieval y renacentista, además de edificaciones de tiempos de la civilización romana, cuidadas através de los siglos como si se tratara de cálices de oro, han contribuido a que la ciudad de Asís sea en sí misma una reliquia de culto y de arte de tal calibre que, si se pudiera, sería deseable visitar de puntillas y en recogimiento para que nada ni nadie pudiera pertubar su paz sobrenatura, esa paz que la humanidad ha denostado desde que el mundo es mundo por temor a perder el pulso del poder y, sinembargo ¡Cuánto bien y cuánta belleza nos ha sido ofrecida sin que hayamos sido capaces de prestarle más atención que la superficial que abarca la vista!.

Como la mayoría de vosotros, de un modo u otro, habréis tenido oportunidad de saber de esta ciudad, de sus obras de arte y de la archifamosa Basílica de San Francisco, os voy a describir hoy otra maravilla. Se trata de la Capilla della Porziuncola, albergada en la Basílica de Santa María degli Angeli.
La Basílica se encuentra en la homónima fracción de la ciudad, bastante cerca de la estación de ferrocarril y junto a los suaves e inmensos campos que circundan el área.
Absolutamente blanca e imponente (dicen que es uno de los siete templos de mayor tamaño de la cristiandad), forma parte de un conjunto monástico.
Se avista enseguida por lejos que os encontréis y su visión conlleva tal carga de magnetismo que es imposible no acercarse a ella, quedarse absorto y, después, acceder a ella con la sensación de disponerse a traspasar una de las puertas del paraíso.
La Basílica de Santa María degli Angeli, tal y como se nos presenta en la actualidad, se empezó a construir a mediados del siglo XVI, por voluntad del Papa Pio V, quien encargó el proyecto al insigne arquitecto Galeazzo Alessi, y las obras concluyeron en 1667, si bien tuvo que ser restaurada en el siglo XIX, con motivo de los graves daños causados durante el terremoto de 1832.
La Basílica se hizo construir fundamentalmente para preservar la Chiesa della Porziuncola, para conferir el merecido lustre a ese sagrado lugar franciscano, y para dar cabida al ingente número de peregrinos que lo visitaban y lo visitan, cuya cifra, en el siglo XVI, ya se estimaba entorno a un millón de personas al año. Tras la construcción de la Basílica, la Iglesia de la Porziuncola pasó a integrase en ella, mantenida intacta, pero a modo de gran capilla, en el centro del crucero y bajo la impresionante cúpula de la Basílica.

Originalmente, la Porziuncola era una pequeña iglesia (más bien un oratorio de unos 30 m.c.) que databa del siglo IV d.C., construida por un grupo de ermitaños procedentes de Tierra Santa. Hay evidencias de que a finales del siglo VI, fue donada a San Benito para que se instalara ahí junto a sus monjes. Pero, fue San Francisco, quien hizo de ella un lugar mítico, procediendo a repararla y a agrandarla tras el sueño en el que se le apareció Nuestro Señor Jesucristo, dándole señales de proteger ese lugar de culto y dotarlo de una vida acorde con el Evangelio. Ahí fue donde San Francisco decidió vivir en todo momento de acuerdo con la palabra de Jesús, de donde salió el primer grupo de humildes franciscanos a propagar la misericordia y la paz, y donde, a inicios del siglo XIII, la noble dama Chiara di Favarone di Offreduccio, quien se convertiría en Santa Clara, entró en religión, renunció a todos sus bienes materiales y fundó en absoluta pobreza la Orden de las Clarisas.

La parte exterior de la Capilla de la Porziuncola está recubierta de frescos magníficos, de entre los siglos XIV y XV, obra de Andrea d'Assisi, apodado L'Ingegno. En la cima de la Capilla se erige un espléndido tabernáculo de estilo gótico. En el interior, más que destacar, asombran por su belleza sublime la bóveda de cañon, el maravilloso retablo del siglo XIV, obra de Pietro Ilario da Viterbo, que representa la "Concesión del Perdón".

Dentro de la Basílica y al inicio del presbiterio se encuentra la Capilla del Tránsito, la que fuera la celda de San Francisco, donde murió el 4 de octubre de 1226. La parte exterior está hermosamente afrescada por Domenico Bruschi, a finales del XIX, mientras que la interior contiene un maravilloso ciclo de frescos, que representa el "Tránsito de Cristo", de la segunda década del siglo XVI, obra de Lo Spagna, magnífico pintor de orígen español, afincado en Umbría y discípulo destacado de Il Perugino, así como una bellísima estatua de San Francisco, obra del gran Andrea della Robbia.

Cuando hayaís visitado esta y otras maravillas, os aconsejo que os paréis a comer o a cenar en "La Antica Trattoria Pallotta", que se encuentra en pleno casco antiguo de Asís, en la Piazza del Comune, frente al Templo de Minerva, una imponente obra de arte romana cuya construcción data del siglo I a.C. Pese a su antigüedad, la escalinata de acceso, la espléndida fachada y las 6 columnas con capiteles corintios que la sustentan están perfectamente conservadas.
Bueno, pues al fondo de la plaza, está esta acogedora y muy bonita trattoria, en la que podéis degustar los mejores platos de la cocina umbra casera y auténtica , como los strangozzi (una especie de tagliatelle pero más gruesos y rústicos) con salsa de setas o con ragú, verdaderos gnocchi de patata, carnes de caza, de buey, de ternera, pastel salado de verduras, de queso, y unos postres estupendos. Teniendo en cuenta la excelente relación calidad/precio, la trattoria no es cara. Una comilona memorable os puede salir por unos 40 €.
Ya me contaréis, pues de verdad que me gustaría saber lo que habéis disfrutado en vuestra estancia en Asís.

¡FELIZ NAVIDAD!


Sylvia

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