jueves, 31 de enero de 2008

Perugia, El Palazzo dei Priori y la exposición dedicada a "Il Pinturicchio".










En Diciembre, cuando llegué a Perugia, me estrené en este Blog con una página dedicada a esta magnífica capital umbra. A continuación, os he estado escribiendo desde las distintas ciudades, ciudadelas y localidades de esta región espléndida, alegre y acogedora, que he estado recorriendo, esperando el momento de volver a escribiros desde Perugia, tan pronto como tuviera la ocasión. Bien, pues ese momento ya ha llegado y me apresuro a comunicaros que este sábado, 2 de Febrero, se inaugurará en el Palazzo dei Priori la exposición relacionada con el 550 aniversario del nacimiento de Bernardino di Betto "Il Pinturicchio", nacido aquí entre 1456 y 1460, y considerado uno de los grandes pintores del Renacimiento. Dicha exposición, en la que al parecer se expondrán unas 100 obras del genial "Pinturicchio", procedentes de distintos museos italianos y extranjeros, permanecerá en la Galleria Nazionale dell'Umbria, albergada en el antedicho palacio, hasta el 29 de Junio de este año y, después proseguirá por otras ciudades de Umbría, en las que la presencia artística del "Pinturicchio" y de otros contemporáneos suyos dejaron una huella relevante, especialmente en la ciudad de Spello, en cuya Colegiata de Santa Maria la Maggiore, en el interior de la suntuosa "Cappella Baglioni", el maestro creó una de sus obras más célebres: un maravilloso ciclo de frescos descriptivo de las vidas de la Virgen María y de Jesús.

La Galleria Nazionale dell'Umbria está considerada como uno de los grandes museos de Italia, donde se conservan obras, tanto de referencia como maestras, en su mayoría de lo más renombrados artistas umbros y toscanos, así como de maestros extranjeros, activos entre los siglos XIII y XIX, entre las que se destacan obras maestras del Maestro di San Francesco, de Arnolfo di Cambio, de Nicola y Giovanni Pisano, de Duccio di Buoninsegna, de Gentile da Fabriano, del Beato Angelico, de Benozzo Gozzoli, de Piero della Francesca, de Agostino di Duccio, de Francesco di Giorgio Martini, una serie de obras cumbre del genial Pietro Vannucci, más conocido como "Il Perugino", de "Il Pinturicchio", de Orazio Gentileschi, de Pietro da Cortona, de Valentin de Boulogne, de Sebastiano Conca, de Pierre Subleyras y de Jean Baptiste Wicar.
Por si alguno de vosotros todavía no conoce Perugia, voy a explicaros, a grandes rasgos, cómo es por fuera el impresionante Palazzo dei Priori.
El majestuoso palacio de estilo gótico, con entrada tanto por el Corso Vanucci como por la espléndida escalinata que da a Piazza IV Novembre, se empezó a construir a finales del siglo XIII y fue ampliado, paulatinamente, entre los siglos XIV y XVI. Lo proyectaron los prestigiosos arquitectos locales Giacomo di Servadio y Giovannello di Benvenuto, quienes también dirigieron las obras.
La primera ampliación se realizó en la primera mitad del del siglo XIV, con la incorporación al palacio del área adyacente en la que estaban originalmente el Palazzo del Capitano del Popolo y la Iglesia de San Severo. La segunda ampliación data de la segunda mitad del siglo XIV; la tercera ampliacíón se efectúa en la primera mitad del siglo XV y, la útima, realizada en la parte trasera, se lleva a cabo en el último tercio del siglo XVI.

Si observamos la fachada del Palazzo dei Priori, de acuerdo con sus fases de construcción y ampliación, estilísticamente homogéneas, veremos que de la fase de construcción proceden 3 ventanas tríforas que asoman a la Piazza IV Novembre, más otras 10 que dan al Corso Vannucci. La primera ampliación dota al palacio de otras 2 ventanas tríforas, así como de la escalinata de acceso situada en Piazza IV Novembre.
En la segunda, se procede a añadir otras 6 ventanas tríforas, que asoman al Corso Vannucci, la apertura de un portalón de entrada por esa calle, la edificación de la torre anexa al mismo, y la cesión de una parte del palacio, con entrada por el Corso Vannucci, al famoso "Collegio della Mercanzia", como sede de la corporación de mercaderes de la ciudad, que en aquella época era la más importante de todas las corporaciones gremiales de Perugia.
De la tercera ampliación surgen otras 3 ventanas tríforas y el célebre "Collegio del Cambio", que se constituyó en la sede de la corporación de banqueros de Perugia, con entrada también por el Corso Vannucci. La útima ampliación, como os he comentado más arriba, afectó a la parte trasera del palacio.

El interior del Palazzo dei Priori tiene todas las características arquitectónicas y decorativas de una fabulosa residencia regia, para la que trabajaron los artistas más prestigiosos (arquitectos, escultores, pintores, orfébres, tejedores, ceramistas, etc.) de Umbría, de entre los siglos XIII y XVI, cuya comprensión y asimilación se alcanza solo mediante una visita detenida, pues la ingente cantidad, variedad y calidad de arte condensado entre sus muros, constituye en sí mismo el paradigma de arte total de la Umbría medieval, renacentista y manierista, lo que pone de manifiesto el gran poder político y económico del que gozaba Perugia en los siglos que precedieron a la unidad de Italia.
Con lo anterior me refiero a la arquitectura y ornamentación interior del palaciio, con absoluta independencia de las extraordinarias colecciones de arte que componen la "Galleria Nazionale dell'Umbria", que precisamente por su incalculable valor artístico, y por constituir el marco perfecto en el que exponerlas, se han albergado en la segunda y tercera planta de este suntuoso palacio, ya que otra gran parte del mismo la ocupa la sede del Ayuntamiento de la ciudad.

Bueno, ya sabéis que, entre el 2 de Febrero y el 29 de Junio, contáis con otro motivo, del todo excepcional, para visitar la hermosísima Perugia. Os aconsejo que os organicéis bien, con antelación suficiente, pues creo que no hace falta que os cuente la expectación que esta exposición está levantado en toda Italia y en Europa.

En Perugia también predomina el arte del buen comer, por lo que os voy a aconsejar un restaurante estupendo, con una excelente relación calidad/precio, que está muy cerquita del Palazzo dei Priori. Se trata de "La Cambusa", en Via dei Priori, 82. Es un restaurante que está siempre abarrotado de personas del lugar que van a comer ahí los mejores platos de pescado y marisco que, probablemente, se sirvan la ciudad. Os aconsejo que probéis el "risotto ai frutti di mare", un arroz meloso con distintas clases de marisco, y los tiernísimos y fresquísimos calamares fritos en auténtico aceite de oliva virgen extra, que están de lujo. Los vinos de la casa, procedentes de las colinas de Umbría son buenísimos. Podéis salir por unos 35 ó 40 € por persona. Os va a encantar, yo ya he comido allí 2 veces. Como siga así, elevaré una petición a la dirección de "La Cambusa" de concesión de medalla al mérito por devoción y admiración reverencial.

¿Podré contar con vuestras firmas de adhesión?

Sylvia



























































viernes, 25 de enero de 2008

De paseo por Todi.

De nuevo, estoy con vosotros en Todi y me gustaría que, aunque de momento sea solo con el espíritu, me acompañárais a dar un paseo por esta emblemática ciudadela, en el que intentaré conduciros por los mismos lugares que yo he visitado.

Ahora mismo, estáis frente a la colosal Iglesia di Santa Maria della Consolazione, situada en una circunvalación que se encuentra junto al tercer círculo de murallas. Si en este momento no conseguís recordar bien los círculos de murallas que rodean a Todi, volved un instante a la página de ayer y, después, regresad a ésta, por favor. De lo contrario nos vamos a hacer un lío de aúpa y me daría mucha pena que alguien se me perdiera por el camino...

Actualmente, tras prolongados y minuciosos estudios que han llevado a ir descartando a una serie de arquitectos insignes, activos en la Italia central de comienzos del siglo XVI, la autoría de esa iglesia magnífica, de claro estilo basilical romano, considerada como la obra del Renacimiento más importante de toda la región de Umbría, así como una de las más sobresalientes de ese período en Italia, ha recaído casi con total seguridad, nada más ni nada menos, que en Donato d'Angelo Bramante (Urbino, 1444 - Roma, 1514), más conocido solo como Bramante, quien comenzaría su construcción en 1508, con la colaboración, y la sucesión en la dirección de tan magna obra (se concluyó un siglo despúes) , de artistas tan prestigiosos como Cola di Matteucci da Caprarola -nacido en el pueblo del mismo nombre, en la provincia de Viterbo- el sienés Baldassare Peruzzi, el veronés Michele Sanmicheli, el modenés Jacopo Barozzi da Vignola, el perusino Galeazzo Alessi y, finalmente, el orvetense Ippolito Scalza.

La planta renacentista, de crucero griego, cuenta con tres ábsides en polígono y uno en semicírculo. Su extrema luminosidad procede de las 56 ventanas, dispuestas en círculo, que alumbran el interior de la iglesia. La iglesia, desde la imponente cúpula hasta el suelo, alcanza una altura de 70 metros.

Su rico interior alberga, entre otras importantes obras de arte, 12 estatuas de mármol dedicadas a los apóstoles y, otra, del Papa Martín I, nacido en Todi. Sobre el lujoso Altar Mayor, barroco, se encuentra un bellísimo fresco del siglo XV, que representa a la Santisíma Virgen con el Niño, objeto de gran devoción por parte de la ciudadanía de Todi, al atribuírsele varios milagros. Entre ellos, el obrado con un trabajador ciego de un ojo, llamado Iole di Cecco, que al trasladar el fresco a la iglesia del lugar en el que se encontraba originalmente, se disgustó tanto al verlo tan sucio que, espontáneamente, quitó el polvo que se había acumulado encima, para limpiar los rostros de la Virgen y del Niño. El polvillo se le metió en los ojos y, cuando los abrió, había recuperado completamente la vista del ojo inválido.

Subiendo por la Via della Consolazione, se llega al casco antiguo y, en primer lugar, nos encontramos con el Templo o Iglesia de San Fortunato, de la que os hablé en la página de ayer. La entrada a la espléndida iglesia gótica está precedida por unas escalinatas majestuosas y rodeada de jardines. En la cripta está la tumba del célebre poeta místico en lengua vernácula Jacopone da Todi (1230-1306) autor, entre otros poemas, de las famosas "Loas" y del "Stabat Mater". Nacido como Jacopone de Benedetti, en la ciudad de Todi, de familia noble, al quedar viudo, al poco tiempo de casado, repartió todas sus riquezas entre los más pobres y tomó los hábitos franciscanos en la orden terciaria de los "Observantes". Su talante progresista y su integridan moral le llevaron a firmar, en 1297, el famoso "Manifesto de Lunghezza", en el que se pedía la destitución del Papa Bonifacio VIII y la celebración de un concilio. Jacopone da Todi fue excomulgado, procesado y condenado a cadena perpetua. Fue liberado en 1303, tras la muerte de Bonifacio VIII.

Entrando por la Porta Romana y subiendo por Via Matteotti hacia el centro, nos encontramos a la derecha con la Piazza del Mercato Vecchio, donde están los vestigios de una monumental edificación romana, del siglo I a.C., conocida como los "Nicchioni", que al parecer se trata del conjunto de estructuras ornamentadas sobre las que, sucesivamente, se construiría el Foro y, probablemente, un templo frente a él, donde permanecen los restos de un magnífico mosaíco del mismo período.

A continuación de esta plaza se hallan dos iglesias medievales espléndidas. Quiero aclararos que Todi está lleno de iglesias antiquísimas de enorme interés, pero ahora me estoy refiriendo a las que aparecerán ante nuestros ojos en el recorrido que estamos realizando.

La primera que veremos es la Iglesia de San Carlo cuya construcción se remonta, aproximadamente, al siglo X. Lo que si está documentado es que en el año 1249, la iglesia se remodeló y cuatro obispos consagraron el nuevo templo. La fachada es de estilo románico umbro, con cinco denticulados horizontales en forma de corona. Cuenta con un impresionante rosetón central y sobre la entrada hay una luneta ornamentada con un fresco que representa a San Carlos. En otras obras de arte, el interior alberga un fresco imponente atribuído al insigne Giovanni di Pietro "Lo Spagna", así apodado al tratarse de un artista español, alumno destacado del "Perugino", que se estableció definitivamente en Umbría a finales del siglo XV. "Lo Spagna" está considerado como uno de los grandes pintores umbros del Renacimiento. Hoy en día, muchas de sus obras se pueden admirar en los principales museos de Europa.

Muy cerquita, nos encontramos con la Iglesia de Santa Prassede, de fecha incierta de origen, si bien fue completamente reconstruida en el siglo XIV. Es una hermosa iglesia románica con una inconfundible fachada de piedra blanca y roja. Si alguno de vosotros se ha perdido entre las bellezas del recorrido, que nos espere allí, pues ahora, dentro del segundo círculo de murallas, nos disponemos a bajar por la empinada cuesta del Borgo Nuovo, para encontrarnos, a la derecha, con el impresionante conjunto arquitectónico que es el Convento de las Clarisas, originario del siglo XI.

Ahora subimos para ir a la Piazza del Popolo, y, de camino, nos encontramos con el Palazzo del Vignola, que es el impresionante Palacio Episcopal, de finales del siglo XVI, pero se le conoce por el nombre del arquitecto que lo proyectó y condujo las obras, el ilustre Jacopo Barozzi da Vignola. Actualmente, el Palacio es la sede de distintos eventos culturales y artísticos de la ciudad, entre ellos la Feria del Anticuariado de Italia, que se celebra todos los años en Abril. Todi goza de gran prestigio en Italia y en Europa por su actividad en el sector de las antigüedades, contando con un reconocido mercado al aire libre que se expone en domingos alternos, a lo largo de todo el año, en la monumental Piazza del Popolo, también llamada Piazza Maggiore.

Bien, pues ya hemos llegado a la Piazza del Popolo que es el núcleo del centro histórico de Todi y está considerada como una de las plazas medievales más hermosas de Italia.

La plaza, rectangular y muy grande, está rodeada de palacios. Allí se alza también la imponente Catedral de Santa Maria Assunta, situada en una parte en la que hubo una edificación romana de grandes dimensiones.

La Catedral (aquí se llama Duomo) se construyó entre los siglos XII y XIV, sobre los restos de un edificio religioso erigido alrededor del siglo IX. De estilo lombardo, el acceso a la misma está precedido por una escalinata amplia y señorial. La fachada es cuadrada y sus distintas partes están enmarcadas por cornisas y frisos. Tiene tres portalones de entrada, coronados por rosetones. El interior es de planta de cruz latina, con tres naves, además de otra más pequeña, situada a la derecha. Alberga innumerables obras de arte, entre las que destacan: las tablas del siglo XIII que representan, respectivamente, a la "Madonna di Pian di Porto" y "La Crucifixión", ambas de la escuela umbra, y el impresionante "Juicio Universal", obra de finales del XVI del célebre pintor de Faenza (Emilia- Romaña), Ferraù Fenzoni, que está situado en la contrafachada.
De Pietro de Giovanni "Lo Spagna", la Catedral conserva: un fresco, obra del primer tercio del XVI, que representa "La Santísima Trinidad", junto a la pila bautismal, más una serie de tablas situadas en el ábside.
Absolutamente espectacular es el coro de madera noble tallada y con incrustaciones de marquetería, obra del gran escultor umbro del siglo XVI, Sebastiano da Bencivegna.

Atravesando un espléndido pórtico construido por Jacopo Barozzi da Vignola, a la izquierda de la Catedral, nos encontraremos con el Palazzo Vescovile, de finales del XVI, cuyo lujoso interior alberga frescos de Ferraù Fenzoni y de Andrea Polinori, ambos activos entre los siglos XVI y XVII.
Frente al Palazzo Vescovile se encuentra el Palazzo Cesi, de comienzos del XVI, cuyo diseño fue realizado por Antonio da Sangallo "Il Giovane". Dicho palacio, bellísimo, se construyó a instancias de la noble familia Cesi, y en él residieron tres obispos pertenecientes a dicha familia.
Junto a éste se encuentra el Palazzo Atti, espléndido, pero inacabado, que fue la residencia de una de las familias nobles más importantes de Todi.
A la izquierda de la Catedral está el Palazzo del Capitano Popolo, del que ya os hablé en la página de ayer, así como de su magnífica pinacoteca y salas museísticas, especialmente dedicadas a la arqueología etrusca y romana. La pinacoteca, además de una espléndida colección pictórica de entre los siglos XIV y XVI, en la que se conserva una excelsa tabla de nuestro paisano "Lo Spagna": "La Coronación de la Santísima Virgen", alberga también una importante colección de mobiliario religioso, joyas y cerámicas de entre los siglos XIV y XVII.
Para completar la relación de los grandes monumentos que ornamentan la Piazza del Popolo, nos vamos a detener ante el Palazzo dei Priori, al que también hice alusión en la página de ayer. Como ya sabéis, su construcción data de finales del siglo XIII. Cuenta con una torre preciosa, de planta de trapecio, erigida en la segunda mitad del siglo XIV. A comienzos del siglo XVI, el Papa León X mandó adornar su exterior con unas ventanas renacentistas muy bellas que armonizan perfectamente con el estilo medieval de la fachada.

Todi, además de su impresionante belleza, es sede de muchos eventos culturales y artísticos, que se llevan a cabo en la ciudad en distintas épocas del año. Por ejemplo, os aconsejo que no os perdáis el TODIFESTIVAL, un festival de proyección internacional, con conciertos, ballet, teatro y cine, que tiene lugar todos los años durante los meses de Agosto y Septiembre.

¿Una ciudadela medieval que con solo 17.000 habitantes es capaz de comprender y de conservar tanta maravillas?. Pues sí. Desde que conozco Umbría, no me canso de repetir que esta región es un verdadero ejemplo de saber vivir y de saber hacer.

Por cierto, he descubierto en Todi un restaurante muy elegante, construído y decorado en estilo medieval, especializado en cocina tradicional local, en el que sirven verdaderas exquisitices.
Se trata del "Ristorante Jacopone", situado en la Piazzetta Jacopone, 3, justo en el centro de Todi.
Os sugiero que pidáis cualquiera de sus pastas hechas a mano (tagliatelle, strangozzi, gnocchi, etc.) que son sensacionales, y luego sigáis con el plato degustación de carnes a la brasa o con el cabrito al horno de leña. Lógicamente, después de un buen plato de pasta, podeís compartir el segundo. No pidáis dos platos por cabeza, pues las raciones son muy generosas y ¡os podría dar algo!.
Como Todi también pertenece a la "Strada del Vino del Cantico", no se os olvide probar el extraordinario "blanco" que se produce en estas colinas y que goza de gran prestigio en toda Italia: el Doc "Colli Martani Grechetto di Todi".
Si no os pasáis con los vinos, podéis salir por unos 40 € por persona. Eso sí ¡os van a tratar como a obispos!.

Sylvia

jueves, 24 de enero de 2008

Todi: Tres círculos de murallas defienden su belleza.

La impresionante ciudadela de Todi está situada al sur de Umbría, a 42 Km., en línea recta de Perugia. Por si venís desde Roma, os comento que en coche o en tren se tarda unos 90 minutos, más o menos. Todi, con una población de cerca de 17.000 habitantes, se encuentra en la cima de una colina, a 400 metros de altura, inmersa en el espectáculo natural que compone el Valle Medio del Tíber. Su área territorial es muy grande y está formada, fundamentalmente, por campos fértiles y prados extensos y plácidos, a los que asoman las delicadas colinas que plagan el valle, en cuyas laderas o cimas se alzan un sinfín de pueblecitos y de aldeas de características arquitectónicas medievales.

Todi es una joya de la Edad Media de referencia en Umbría y en el centro de Italia.

A la historia de su fundación, que data de cerca del año 2.700 a.C., de la mano de las primeras tribus etruscas asentadas en el territorio, los conocidos como Veii Umbri, acompaña una leyenda
singular que no se ha desprendido nunca de la ideosincrasia de Todi.
Se dice que dicha tribu, al mando de Túdero, había empezado ya a asentar, a orillas del Tíber, los cimientos del que habría tenido que ser el primer círculo de murallas de su futura ciudad, cuando descendió un águila y asió en sus garras el trozo de tela, que habían dispuesto en el suelo para colocar las viandas. El águila despreció las carnes y demás alimentos que cubrían la tela, pero alzó el vuelo con ella hasta la cima de la colina. Los etruscos lo consideraron como una señal de los dioses y se encaminaron hacia allá. Encontraron el trozo de tela y el nido de ese águila, y en el perímetro de la cumbre iniciaron la construcción del primer círculo de murallas de la ciudad. El emblema de la ciudad de Todi es, por consiguiente, un águila real con las alas desplegadas sujetando una tela con las garras.

Durante la civilización etrusca, el primer nombre que tuvo fue el de "Nidole". Cuando, a partir del siglo VIII a.C., el pequeño asentamiento amurallado se integró en el territorio dominado por los etruscos, pasó a llamarse "Tútere", que significa límite o frontera, ya que la urbe delimitaba las posesiones etruscas que estaban situadas en el márgen izquierdo del río Tiber, a su paso por Umbría.
No obstante la hermosa leyenda, el primer círculo de murallas etrusco, con tramos aún visibles, data de entre los siglos III y I a.C., lo que tampoco excluye del todo que anteriormente no se hubiera erigido otro, ya que en las inmediaciones de Todi se han hallado numerosos vestigios de la presencia del hombre en el área, a partir de la edad de piedra, entre los que sobresalen tumbas y restos de hábitats, indicativos de las respectivas épocas de procedencia.

De importancia capital, para la comprensión del grado de desarrollo y de riqueza que alcanzó Todi durante la civilización etrusca, es la impresionante estatua de bronce, de entre los siglos V y IV a.C., de 1,42 metros de altura, conocida como el "Marte de Todi". La estatua se encontró, en 1835, sepultada junto a los muros del Convento de Montesanto, muy cerca de la ciudad. La estatua, que representa al dios Marte, portaba yelmo, además de una lanza en la mano izquierda que, desgraciadamente, se ha roto a causa del óxido, y una taza en forma de patera en la derecha. Las cuencas de los ojos estaban vacías, probablemente debido a algún expolio, si bien se sabe que los ojos originales estuvieron trabajados en plata. La estatua tuvo que estar sobre un pedestal, pues las plantas de los pies, cuando la encontraron, presentaban huellas del plomo. El "Marte de Todi" está actualmente conservado en los Museos del Vaticano.

Indepedientemente de su enorme valor y belleza, es de sumo interés la inscripción grabada en la parte inferior de la coraza que cubre el torso de la estatua: "Ahal Trutitis Dunum Dede", lo que permite confirmar que los etruscos no solo mantenían una próspera actividad comercial con los celtas, sino que en el área territorial de Todi se asentó una comunidad celta lo suficientemente rica como para que aquel ciudadano, de nombre Ahal Trutitis, donara semejante estatua al templo dedicado a Ares (equivalente al Marte romano, la divinidad griega más venerada por los etruscos) que se encontraba en el mismo lugar en el que, en la Edad Media, se construyó el impresionante Convento de Montesanto, con todo el aspecto de una fortaleza militar, para defenderse de los asaltos de las distintas tropas enemigas, así como de la poderosa ciudad de Orvieto.

A partir del siglo III a.C. Todi (entonces Tútere) se alía con Roma. La importancia y la fuerza que adquieren la ciudad de Todi y su área territorial tras esa alianza llega a ser tan descomunal que, en el transcurso de la Segunda Guerra Púnica, Aníbal, y su hasta entonces imbatible ejército, a su paso por el centro de Italia, se desvían de las inmediaciones de Todi hasta hallar un lugar más seguro para acampar, que encontrarán, después de una larga y dura marcha, a orillas del Tíber.

Pocos años antes del inicio de la era cristiana, el Emperador Octavio Augusto donaría la ciudad de Tútere a sus fieles veteranos de guerra, en muestra de agradecimiento. Así fue como Tútere empezó a perder su identidad etrusca, terminando con la desaparición de esa civilización.
De la Todi romana quedan vestigios de la ampliación y de la consolidación de los muros defensivos, construídos en piedra travertina en el valle de gran profundidad, como si fuera una hondanada muy pronunciada, que separa los dos picos situados en la cima de la colina, conocido como "Valle delle Lucrezie". En ese círculo de murallas se abrieron tres puertas majestuosas: "Libera", "Catena" y "Aurea". Intramuros, los romanos construyeron del Anfiteatro, del Teatro, del Foro y del Mercado, con sus descomunales depósitos de agua, además de espléndidos templos dedicados a Júpiter, Minerva y Marte.

Tras la caída del Imperio Romano, los Longobardos saquean Todi, pero, afortunadamente, no consiguen llevarse las obras de arte más preciadas, ya que los ciudadanos, informados de los saqueos efectuados en las ciudades cercanas a manos de los Longobardos - me refiero a las localidades más afortunadas, ya que la mayoría fueron arrasadas- las habían ocultado en las tierras de los conventos benedictinos construidos en la zona.
A partir del advenimiento del Imperio Carolingio, Todi cae en un régimen de gobierno feudal, lo que da paso a la construcción de castillos imponentes cuyos poderosos baluartes siguen causando conmoción a los ojos de quienes visitan la ciudad.
Desde el siglo XII, la ciudadela de Todi, que ya había adquirido la categoría de municipio, se ve inmersa entre las luchas por el afán de expansión territorial y las consiguientes disputas por el poder protagonizadas por las ciudades de Spoleto y de Orvieto, guibelina la una y güelfa la otra, lo que obligará a ampliar y a reforzar, una vez más, la defensa de la ciudadela, dando lugar al tercer círculo de murallas, de unos 4 Km. de longitud, que terminaría de levantarse en 1244, y en el que, sucesivamente, se abrirían tres puertas fortificadas: "Romana", "Amerina" y "Perugina".

Algunas de las obras monumentales más importantes de Todi datan de entre los siglos XII y XIV, y se encuentran en la parte más antigua de la ciudadela (la de orígen etrusco y, después, romano) situada entre los dos picos que sobresalen de la cima de la colina: el Palazzo dei Priori (Palacio del Gobierno), el Palazzo del Capitano del Popolo (Palacio del Capitán del Pueblo), actualmente sede de un prestigioso museo que alberga una magnífica pinacoteca, además de distintas secciones dedicadas, respectivamente, a la arqueología, la numismástica, la cerámica y el tejido; la Catedral de Santa Maria Assunta y el Tempio di San Fortunato, imponente iglesia gótica, erigida en honor a ese santo que fue obispo de la ciudad y cuyos restos descasan en la cripta.

Como comprenderéis, la riqueza histórica y artística de Todi no se puede ni se debe resumir en una página, por lo que os prometo que mañana sigo con esta espléndida ciudadela del sur de Umbría que, por lo que he sabido, tras un estudio de carácter oficial realizado por sociólogos norteamericanos, ha sido considerada por su belleza, ambiente y perfecto estado de conservación como una de las ciudades más habitables de Europa.
Además, ahora me están esperando para cenar en una pizzeria de la que nos han hablado estupendamente. Por lo visto, sirven unos entrantes, unas pizzas y unas ensaladas buenísimas, y, además, nos han dicho que no es nada caro. Se llama "La Ruota" y está en Via Giuseppe Cocchi, 11.

¡Salgo disparada para allá, que es tardísimo!
Hasta mañana,

Sylvia

domingo, 20 de enero de 2008

Marsciano: Un museo itinerante de gran belleza natural y artística.








Marsciano, con unos 17.000 habitantes, es una localidad privilegiada, tanto por la belleza del territorio en el que se encuentra, por su monumental arquitectura, sus obras de arte, su ambiente, lleno de vida y de actividades, como por el bienestar de sus ciudadanos, gracias a su floreciente actividad, fundamentalmente artesanal, en los sectores de la madera; de la cerámica y terracota; del forjado del hierro; de la elaboración textil, a partir del hilo y del algodón, y de la alimentación, cuyos productos de primera categoría son fruto del inteligente y esmerado cultivo de su rico territorio agrícola y de su actividad ganadera.
La ciudad se encuentra en una llanura, a 28 Km. al sur de Perugia, la capital, y a unos 26 Km. al norte de la importante ciudad de Todi. Esta práctica equidistancia entre dos de las grandes urbes de Umbría, dominantes y adversarias entre sí a lo largo de la Edad Media por su distinto posicionamiento político, güelfa, la primera, y, guibelina, la segunda, habrían de marcar indeleblemente la historía de Marsciano, así como la constitución de una notabílisima arquitectura defensiva que se extiende, casi sin solución de continuidad, por toda su área territorial, a causa de las feroces luchas entre Perugia y Todi por la conquista y poder de Marsciano y de su área territoral. Alternancia esa que, salvo algunos interludios, se prolongaría hasta el Renacimiento, cuando, en el siglo XVI, entró a formar parte de la jurisdicción del Vaticano, donde permaneció casi continuadamente hasta su integración en el Reino de Italia, en septiembre de 1860.

Bueno, chicos, no sé qué mosca me habrá picado hoy, pero estoy en disposición de conceder una pequeña tregua a la historia y hablaros más detenidamente de la belleza y de las características de su entorno natural. Me va a costar lo suyo, pues no es precisamente mi especialidad, pero, como os lo merecéis sobradamente, vamos allá...

Marsciano se encuentra en el territorio conocido como "Laterizio" y está situada en el llanura del Valle Medio del Tíber, formada entre las cuencas del río Tíber y la de su caudoloso afluente, el río Nestore.

Su área territorial comprende un montón de pueblos y de aldeas preciosas, y muy interesantes tanto histórica como artísticamente: Cerqueto, Castello delle Forme, San Valentino della Collina, Olmeto, Villanova, Badiola, Spina, Migliano, Sant'Apollinare, Pieve Caina, S. Biagio della Valle, Castiglione della Valle, Mercatello, Monte Vibiano, Morcella, Compignano, Papiano y Santa Elena.
Ese área contiene todas las características naturales que distinguen a la hermosa región de Umbría. Se trata de unos campos fértiles, bañados por ambos ríos, además de torrentes y arroyos que discurren zigzagueantes y saltarines entre la naturaleza. Las llanuras están armonizadas por unas colinas verdes, de tonalidades cambiantes, onduladas y serenas, en cuyas faldas o cimas, a lo largo de la historia, se han erigido todas esas pequeñas localidades, presididas por castillos medievales, entre abadias, iglesias y ermitas diminutas y encantadoras.
Ese valle, en el que la naturaleza ha permanecido intacta e incontaminada, alberga espléndidos bosques, en los que, entre las más diversas especies de la flora mediterránea, sobresalen los robles y las encinas.
En las colinas, y junto a ellas, crecen las vides, los olivares, los girasoles y los cereales, cuyas distintas características y colorido conforman un paisaje lírico y amable, siempre vestido de fiesta, símbolo de la alegría por la abundancia que representa.

Lo anterior, resulta de tanto interés natural como arquitectónico y artístico, por lo que, estando por aquí, he oído en varias ocasiones referirse a ella como al "Museo Itinerante de Marsciano", al que acuden los naturalistas y los turistas con el propósito de conocer, además de la "planta noble", en la que se alberga la ciudad de Marsciano, todas sus otras plantas y respectivas salas, en las que se aloja su territorio, haciendo que su visita se prolongue tanto como den de sí su tiempo de ocio y sus bolsillos: quienes, solo por unos días y, quienes, por una larga temporada...

El casco antiguo de Marsciano, grande y muy bien conservado, aloja entre sus callecitas y plazas de trazado medieval, una arquitectura espléndida conformada por casas, palacios e iglesias que datan, fundamentalmente, de entre los siglos XIII y XIX.

Junto a los tramos del cinturón amurallado que aún perduran, en el que estuvo incluída la antigua ciudadela, surgen tres de las imponentes torres defensivas, de las siete que tuvo Marsciano, situadas a lo largo de sus murallas: la Torre Bolli, al sureste, la Torre Boccali, al este, y la Torre di Porta Vecchia al noreste. También resulta muy hermoso observar las fantásticas edificaciones medievales que están prácticamente unidas a los tramos de murallas que siguen en pie.

Frente a las torres Bolli y Boccali, se encuentra el magnífico Teatro Concordia, del siglo XIX, en el que se celebran los principales espectáculos cinematográficos, escénicos y musicales de la ciudad.

Delante del Palazzo Comunale (el Palacio del Ayuntamiento), obra estupenda del último tercio del siglo XIX, se encuentra el imponente Palazzo Pietromarchi, del siglo XIV, que, actualmente, es la sede museistica, asi como de muchas de las actividades culturales e iniciativas sociales de Marsciano.

La impresionante Iglesia de San Juan Bautista, patrono de la ciudad, se alza en pleno centro del casco antiguo. La iglesia original, del mismo nombre, se construyó a mediados del siglo XII, pero hubo que reconstruirla a finales del siglo XIX, si bien respetando sus características románicas externas. Anexo a ella se encuentra un espléndido campanario del XIX, en el que, a unos 15 metros de altura, está incluída una bellísima estatua de San Juan Bautista. En la cúspide, se encuentra un original y gran reloj, que no solo marca las horas, sino que también los días de la semana, los del mes, los meses del año y las fases de la luna. Ese insólito reloj, de factura muy hermosa, lo creó un artista y joyero lugareño de la época, llamado Salvatore Salvatorelli.
El interior de la iglesia es de estilo gótico, con una nave central y dos laterales. Está ornamentado con bellísimas obras de arte, entre las que destacan un lienzo del siglo XVI, de la escuela perusina, que representa "La Majestad de la Virgen con los santos"; un espléndido crucifijo de madera y un tabernáculo maravilloso, también de madera, del siglo XVII; un lienzo del célebre pintor umbro Vincenzo Chialli (1787 -1840) y cuatro singulares altares de terracota, obras, respectivamente, del prestigioso arquitecto umbro del XIX, Nazzareno Biscarini, y del gran escultor Antonio Ranocchia, nacido aquí, en 1915, y fallecido en Perugia, en 1989.


Además de otras iglesias preciosas, como la de Santa Margherita y la de San Francesco, ambas del siglo XIII, y las Iglesias de la Madonna delle Grazie y de Santa Maria delle Vigne, las dos del siglo XVI, en las que se conservan sendas importantes series de frescos de la escuela perusina de ese mismo siglo, hay tres museos en Marsciano que os van a encantar.
El más importante y exclusivo por el tipo de arte que alberga es el "Museo Dinamico del Laterizio e delle Terrecotte". Lo anterior, significa "Museo Dinámico del ladrillo y de las terracotas". Evidentemente, no se trata de ladrillos cualquiera sino de un ladrillo singular cuyo origen se remonta a la civilización romana y que, desde entonces, se ha utilizado fundamentalmente para los pavimentos y fachadas de las construcciones representativas, por el alto coste de su elaboración. Los ladrillos se fabricaban a base de arcilla depurada en agua y desgrasada con arena, secados primero al sol y, después, en hornos a temperaturas altísimas. Por lo que me han explicado, parece tratarse de un proceso parecido al que se realiza con la cerámica. Tienen múltiples formas y, a veces, están grabados.
Este espléndido museo, infrecuente, en su género, pero que, además, alberga piezas en terracota de enorme valor artístico e histórico, tiene una sede central expositiva en el Palazzo Pietromarchi, mientras que el resto de las "sedes" son itinerantes, en la medida que están diseminadas por todo el territorio de Marsciano (por eso se le conoce como el territorio del "Laterizio") y presentes en los palacios, castillos, iglesias y demás monumentos que, desde los tiempos de la antigua Roma en adelante, se construyeron utilizando ese peculiar y lujoso ladrillo. Asimismo, en el Palazzo Pietromarchi, se pueden admirar distintas obras de arte, entre ellas un espléndido fresco de comienzos del siglo XVI, de la escuela del gran "Pinturicchio", que representa a la Virgen en el Trono, con el Niño, los ángeles, San Silvestre y San Roque.

Los otros dos museos, situados ambos en el centro de la ciudad, son: el "Museo delle Conchiglie" o sea, el "Museo de las Conchas", que conserva más de 3.000 ejemplares, la mayoría insólitos y de gran belleza, prodecentes de todos los mares y océanos de este mundo, y el "Museo del Vino e delle Etichette ed Ex Libris Tesei Carloni". Este museo expone botellas de vino del mayor prestigio nacional e internacional (cuenta con unas 8.000), además de etiquetas para botellas de vinos (unas 85.000) muchas de ellas muy antiguas y de gran interés, además de curiosísimas, así como uno 1.500 ex libris cuyos argumentos versan, en general, sobre temas gastronómicos y enológicos.

Bien, si me prometéis que no váis a dejar de visitar los pueblos y aldeas medievales del territorio del "Laterizio" os digo, a renglón seguido, donde podéis comer en Marsciano. En ese recorrido, me refiero de manera muy especial a: Sant'Apollinare, una pequeña ciudadela presidida por un castillo imponente; Cerqueto, cuyas iglesias albergan verdaderos tesoros pictóricos, incluso de la escuela del genial "Perugino", o el impresionante conjunto arquitectónico que forma la Fortaleza de Monticelli, situada en la ciudadela de Castiglione della Valle, que incluye una iglesia diminuta del siglo XII, de una belleza sublime, afrescada por el insigne pintor toscano del siglo XIV Meo da Siena.
Toda esa riqueza natural, monumental y artística, os va a dejar una huella indeleble en el conocimiento y en el corazón, os digo, rápidamente, dónde podéis comer en Marsciano.

Aquí está el "renglón seguido":
Estuvimos comiendo en un restaurante-pizzeria que se llama el "Bistrot", situado en Piazza Carlo Marx, casi en el centro de la ciudad. De aspecto muy agradable y confortable, el local está especializado en cocina umbra: embutidos y quesos estupendos, además de una tarta (salada) de queso, cremosa y extraordinaria, pasteles (salados) de "ciccioli" (una especie de "chicharrones"), "bruschette" (tostas pequeñas condimentadas con aceite de oliva virgen y con los más variados ingredientes) y , por supuesto, una gran variedad de pastas hechas a mano, con salsas de carne o de queso, o de setas perfumadas del bosque, con trufa rallada por encima, en fin, preparadas de mil maneras, así como las famosas carnes de caza, de vacuno y de cordero de la región, guisadas, al horno o la brasa. ¿Las pizzas? ¡Excelentes!.
En cuanto a los vinos, teniendo en cuenta que las colinas de Marsciano están comprendidas en una de las rutas de vino más prestigiosas de Umbría "La Strada dei Vini del Cantico", podéis pedir cualquier blanco, rosado o tinto procedente de esa ruta, que en el "Bistrot" suelen ofrecer como "vino de la casa".
Si termináis la comilona con algún postre típico, el "torciglione", o la "roccia" (una especie de "brazo de gitano", relleno de crema, chocolate y frutos secos) que están deliciosos, pedid, también, una copita del exquisito vino dulce "Vin Santo". Nosotros, tuvimos que caerles muy bien, pues a la copita final nos la ofreció la casa...
Calculad entre 25 y 35 € por "barba", ya que supongo (no espero menos de vosotros...) que invitaréis a las señoras o señoritas que os acompañen ¿no?. Por favor, no seáis ni desconsiderados ni "roñas", que lo menos que se merece el "Laterizio" es estar a la altura de sus ciudades y paisajes maravillosos.

Sylvia

viernes, 18 de enero de 2008

Massa Martana: clasificada entre los pueblos más bonitos de Italia.


Esta ciudadela, situada a unos 35 Km. al oeste de Spoleto, y a unos 62 Km. al sur de Perugia, a cuya provincia pertenece, está incluída oficialmente entre "I Borghi più belli d'Italia" ("Los pueblos más bonitos de Italia) y, verdaderamente, no es para menos.
Asimismo, la ciudadela forma parte de las "Città dell'Olio" ("Las ciudades productoras de aceite") por la alta calidad del aceite de oliva virgen extra que se produce en su área, los Dop "Colli Martani", siendo también famosa por sus prestigiosos vinos, los Doc "Colli Martani".

Massa Martana está enmarcada por la cordillera de los Montes Martani, y la especial belleza de la zona en la que se alza la localidad, a más de 350 metros de altura sobre el nivel del mar, está constituida por el gran número de bosques, de densa vegetación mediterránea, que pueblan sus inmediaciones.

Se trata de una pequeña ciudad medieval amurallada, con una población de algo más de 3.500 habitantes, espléndidamente conservada, gracias al tradicional empeño de sus ciudadanos por mantener su historia y su arte, a través del muy notable legado arquitectónico del que es depositaria desde los tiempos de la antigua Roma. Ese enorme sentido de la responsabilidad y del respeto por la tierra que les vió nacer, propio de la sensibilidad y de la buena formación de la mayoría de los pueblos que conforman la actual Italia, con independencia de sus orígenes -campesinos, en este caso- y de los desastres causados por la naturaleza - aquí, los terremotos- o por el enemigo más temible del hombre: el ansia de poder de los estados que fueron, de los que son y, si Dios no lo remedia, de los que serán, que culmina con el horror de las guerras y sus terribles e impredecibles consecuencias.
Massa Martana ha padecido a lo largo de su milenaria historia tanto la frecuente violencia del hombre sobre el hombre como, ocasionalmente, la furia de la naturaleza (el útimo terremoto fue en 1997) y, no obstante, pagando el precio que fuera, se ha esmerado por conservarse digna y hermosa, por ser una ciudad de porte distinguido: entrando siempre por la puerta principal de Umbría y de Italia, con la cabeza bien alta.

Lo conocido actualmente sobre la historia de Massa Martana, comienza en el siglo II a.C, con el primer asentamiento militar romano, a consecuencia de la construcción de la Vía Flaminia, en su tramo entre las localidades de Narni y de Bevagna, época en la que se construyen edificaciones para el alojamiento de las guarniciones destacadas en los distintos puntos de la Via Flaminia, además de otras de uso civil para viajeros y comerciantes, fundamentalmente, hospederías. A ese pequeño burgo se le da el nombre de Vicus Martis.
Entre los numerosos hallazgos de esa época, pasando por objetos artísticos, estatuas de mármol y magníficos sárcofagos, despierta un gran interés histórico la gran cantidad de monedas que se han encontrado con las efigies de los emperadores Trajano, Adriano, Antonino Pío y Septimio Severo, lo que hace pensar que la aldea gozaba de una economía importante en relación con sus reducida dimensión.
Entre los siglos III y IV d.C., a causa de la expansión del burgo original, documentada por la aparición de una notable red de catacumbas y por los restos de un puente, el célebre Ponte Fonnaia, que datan de esos siglos, pasa a llamarse Civitas Martana.

El fervor por la fe cristiana tuvo que ser muy notable entre los siglos I y V d.C., no solo por el testimonio tardío que de ello dan las catacumbas que se han descubierto, sino por los distintos santos que residieron en la localidad en esos siglos: San Bricio, San Félix (patrón de la ciudad), San Fidencio, San Terencio, San Faustino, Santa Iluminada, San Mauro y San Lorenzo, y que me perdonen desde las alturas los santos y mártires cuyos nombres, sin querer, haya podido excluir.

En el siglo VI, pasa a formar parte del Ducado de Spoleto, pero, desgraciadamente, en el curso de las guerras entre los Godos y los Longobardos (siglos VII y VIII) la ciudadela, que ya contaba con un notable castillo, queda prácticamente destruida.
En el siglo X, Massa se convierte en feudo de la poderosa familia de los Arnolfi, quienes reconstruirán el castillo y las murallas de la ciudad. A partir de finales del siglo XI, la ciudad pasa a ser feudo de una rama de la anterior familia, los Bonaccorsi Fonzi, quienes erigieron en la cima de los Montes Martani una fortaleza impresionante para la época.
A principios del siglo XIV, los guibelinos de la ciudad de Todi someten a Massa a un largo asedio, al que ponen fin la ciudad de Perugia (güelfa) por indicación expresa del Papa Benedicto XI. A finales de ese siglo, la ciudad pasa a ser un protectorado del Vaticano, pero, unos años después, el Papa Bonifacio IX vuelve a entregársela a la ciudad de Todi (está claro que consideraba insuficientes a los numerosos santos y martires que habían dado su vida por la fe en Massa...).
Esa misma suerte de ida y vuelta del Vaticano a Todi se la hicieron correr a Massa todos los papas sucesivos, hasta que Pío V, en 1565, pagó la suma de 11.000 escudos de oro para rescatarla del poder de Todi, donde había caído por enésima vez.
Por fin libres de su condición de moneda de cambio entre los unos y los otros, durante los siglos en los que sucedieron las compraventas, los saqueos y las luchas encarnizadas por poseer la ciudadela, pero temerosos, al mismo tiempo, de que esa libertad, por falta de protección, se desvaneciera tal y como había llegado, la ciudad opta por dejarse tutelar a perpetuidad por el Colegio Cardenalicio, que, lógicamente, acepta encantado, permitiendo que, en 1572, Massa redacte, previa supervisión..., sus propios estatutos. La codiciada ciudadela pasa por un larguísimo y apacible estado de tierna infancia del que se despertará, muy alterada, casi tres siglos después, cuando la unidad de Italia entra invicta por las puertas chicas, medianas o grandes que fueran, de toda la península y sus correspondientes islas.

La bellísima ciudadela, que, a grandes rasgos, parece un egregio Nacimiento de la Edad Media, protegido por murallas y torreones del siglo XIII, conserva su delicioso trazado original con callecitas estrechas con escaleras para acceder a las casas y a los palacios; de plazas y plazuelas encantadoras, repletas de monumentos, fundamentalmente religiosos, para el culto de sus múltiples santos y mártires cristianos de la antigua Roma.
Podría decirse que en esta pequeña localidad y en sus inmediaciones cada uno de sus santos goza de fervorosa e independiente memoria a través de la iglesia que, en su momento, se erigió en su nombre.
Es díficil saber de qué época datan sus construcciones originales, pues como ya os he comentado anteriormente, la ciudadela fue, hasta el siglo XVI, objeto de tantos estragos que la mayoría de ellas tuvieron que reconstruirse sobre las ruinas de las anteriores, pero en líneas generales, las que podemos ver actualmente proceden de entre los siglos XIII y XVI, con independencia de las restauraciones o reconstrucciones parciales de las que hayan sido objeto posteriormente.
Las más notables, tanto desde el punto de vista arquitectónico como por las espléndidas obras de arte que albergan son: La Iglesia de Santa Maria delle Grazie, la Iglesia de Santa Maria in Pantano, la Abadía de San Fidenzio y San Terenzio, la Abadía de San Faustino y la Iglesia de Santa Illuminata, situadas en las inmediaciones de la ciudadela y enmarcadas en una naturaleza espectacular.

Justo extramuros nos encontramos con la Iglesia de Santa Maria della Pace, renacentista, de planta octogonal, coronada por una cúpula alta e inmensa, hermosamente afrescada en el XVII.
A la plaza principal de Massa se asoma la Iglesia Parroquial de San Felice, patrono de la ciudad, parcialmente reconstruída tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial que, también, se cebaron con esta insigne ciudadela. La fachada es de estilo neoclásico, pero conserva un soberbio campanario barroco del siglo XVII. Es, sin duda, la más monumental de todas las iglesias de Massa, tanto por sus dimensiones como por su rica ornamentación interior. Consta de una sola y gran nave interior con techos de bóveda de cañón y una serie de arcos adosados a las paredes y sustentados por columnas grandes y sólidas. Entre otras obras de arte,
alberga un riquísimo Altar Mayor barróco en el que se encuentra un lienzo, obra del prestigioso pintor umbro del XVIII, Giacinto Boccanera da Leonessa, que representa a la Virgen rodeada por el Beato Ruggero, San Félix, Santa Rita y San Pío V.
La Iglesia de San Sebastián se alza en la calle mayor de Massa. Reconstruída a finales del siglo XVI, cuenta también con un soberbio Altar Mayor barroco de madera, flanqueado por dos estatuas, de madera policromada, que representan a San Juan Evangelista y a San Sebastián, de los siglos XVI y XVII, respectivamente. Sobre el Altar Mayor destaca un precioso estandarte de finales del XVI, obra del célebre pintor de Todi, Pietro Paolo Sensini, en cuyo anverso se representa a la Santísima Virgen con el Niño, coronada por los ángeles, entre San Félix y San Sebastían, mientras que en el reverso está representada la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo entre dos hermanos de la cofradía de San Sebastián.

Os podría seguir describiendo las iglesias de Massa Martana hasta el fin de los tiempos, pero... ¿qué os parece si os digo dónde podéis comer más que requetebién cuando vengáis por aquí?. Se trata del Ristorante-Pizzeria "Gallo Antico", situado en Via XXV Aprile, 7.
Es un restaurante muy bonito y acogedor, decorado con mucho gusto, en el que sirven una pizzas sensacionales, hechas en horno de leña, y, además, está especializado en pescado, fresquísimo y muy bien preparado, lo que no es frecuente por estos lares del interior. Os aconsejo, también, que compartáis unos entrantes a base de los estupendos embutidos de la zona (el jamón y la "porchetta", asado de cerdo en fiambre) y, si os queda sitio en el estomágo, después de la pizza o de un buen pescado, probad las sensacionales salchichas de Massa ¡No os imagináis cómo son de buenas!. ¿Los vinos?, pues los DOC de la zona, que os he comentado al principio de esta página.
Depende de lo que toméis, podéis salir por unos 25/35 € por persona, lo que está fenomenal para el sitio que es y para lo bueno y abundante que es todo.

Sylvia

























jueves, 17 de enero de 2008

Gualdo Tadino: La ciudad de la cerámica.


Gualdo Tadino es una localidad preciosa, dotada de una arquitectura tan monumental como armónica, así como testigo de una historia antiquísima y fascinante.

La ciudad es pequeña, cuenta con algo más de 15.000 habitantes, y está situada al sureste de la más importante ciudad de Gubbio, y a unos 52 Km. al noreste de Perugia.

Desde 1237, Gualdo Tadino está situada en la colina montañosa de Sant'Angelo, a 536 metros de altura sobre el nivel del mar, dominada por la cordillera de los Apeninos, en medio de un ecosistema natural, impoluto y de enorme belleza, lleno de bosques y de prados, así como de manantiales de agua mineral que gozan de gran prestigio en toda Italia.

Voy a tratar de explicaros a grandes rasgos porqué su emplazamiento actual, que procede del siglo XIII, no es el mismo que tuvo en sus orígenes.
De milenaria tradición umbra, la primera civilización que se instaló en la región, de ahí el nombre de ésta, la ciudad fue el primer centro de Italia en el que se trabajó el oro, como lo demuestran los dos célebres discos de oro macizo, procedentes del siglo XIII a.C., conservados actualmente en el Museo Arqueólogico de Perugia, pasó a ser urbe romana en el año 217 a.C., convirtiéndose en una ciudad muy importante para el Imperio, a causa de su posición junto a la célebre Via Flaminia, lo que vinculó su destino al de Roma.

El 1 de Julio del año 552 d.C., en el área de Gualdo Tadino se libra la famosa Batalla de Tagina entre las tropas bizantinas del Emperador Justiniano I, al mando del general Narsés, y las tropas ostrogodas del Rey Totila, al frente de las mismas. Con la victoria de los bizantinos, y el asesinato de Totila tras la misma, esa jornada épica determina el final de la dominación ostrogoda en el centro y norte de Italia.
A finales del siglo X, Otón III, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, ordena a su ejército que arrase la ciudad, a causa de la alianza establecida con la facción partidaria de la familia Crescenzi, patricios romanos de vieja estirpe y enemigos acérrimos del Emperador. Los supervivientes se trasladan a las cercanías de la Abadía de San Benedetto.
En el año 1155, Federico de Hohenstaufen, de camino de Roma para ser coronado emperador como Federico I, más conocido como "Barbarroja" se detiene en Gualdo Tadino para recibir a una delegación de obispos enviada por el Papa Adriano IV, quien le coronaría sucesivamente.
El pequeño centro adquiere una gran importancia estratégica para el Emperador, por lo que se inicia a contruir una nueva localidad de características defensivas en el Valle de Gorgo, pero, lamentablemente, en 1237, la localidad es pasto de las llamas y queda totalmente destruída. Seguidamente, se funda, en su actual emplazamiento, la nueva Gualdo Tadino, que se convertiría en el "ojito derecho" del Emperador Federico II del Sacro Imperio Romano Germánico, por su antigua e incorruptible lealtad a la causa guibelina, ordenando él mismo, tras una larga estancia en la ciudad, que la ciudad pasara a ser una importante plaza defensiva, sólidamente amurallada, con 17 torreones y cuatro inmensas puertas de entrada, y presidida por una fortaleza imponente, la "Rocca Flea", en pie desde el siglo X, cuando pertenecía a los Condes de Nocera, que el Emperador quiso que se restaurara por completo, transformándola en una fortaleza prácticamente inexpugnable.

A partir de 1449, cuando todo el territorio pasa a poder de Rodrigo Borgia, Papa Alejandro VI, el castillo se convertirá, después, en la sede de la Legación Cardenalicia Autónoma, que pasará a gobernar Gualdo Tadino. Rodrigo Borgia incluyó la "Rocca Flea" en el patrimonio de su desdichamente célebre hija Lucrecia, quien visitó el castillo y residió en él en distintas ocasiones. Actualmente, la "Rocca Flea", es el Museo Civico de la ciudad; la sede de los eventos culturales más importantes de Gualdo Tadino, así como la sede del famoso "Concurso y Exposición Internacional de Cerámica", que se celebra todos los años, con la participación de los ceramistas de mayor proyección nacional e internacional, y, también, donde se albergan, con categoría museística, las obras más importantes de los distintos concursos de cerámica.

Lo anterior, es a consecuencia de que Gualdo Tadino es, desde la antigüedad, uno de los centros más prestigiosos de producción de cerámica de Italia, contando hoy en día con más de 60 firmas dedicadas a dicha actividad. Esa tradición se remonta a la civilización umbra, pero alcanzó su cumbre artística a partir del siglo XIII. En el siglo XVII, las obras, de enorme valor, ya contenían elementos de oro y de plata, gracias a una técnica especial de la que Gualdo Tadino fue pionera en Europa. Y es que esta ciudad, se mire por donde se mire, es un inagotable tesoro histórico y artístico.

Bueno, para que no se diga que lo que me "pierde" es la historia y la arquitectura militar, os voy a comentar, en líneas generales, las cosas bellísimas de diverso carácter que no hay que perderse en esta pequeña y hermosa ciudad, estupendamente conservadas unas y restauradas otras, a raíz de los graves daños sufridos en el terremoto de 1751 y, más recientemente, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que la ciudadanía volvió a mostrar sus genes guibelinos en su heróica resistencia contra la ocupación nazi.

Si, por ejemplo, entráis en la ciudad por la puerta de San Benedetto, podéis ir dando un paseo, subiendo por el "Corso" y os encontraréis con la Iglesia de Santa Maria dei Raccomandati, del siglo XIII, situada en la Piazza XX Settembre. La iglesia alberga en su precioso interior varias obras de arte de los siglos XV y XVI, entre las que destaca el impresionante tríptico de "La Virgen con el Niño, San Sebastián y San Roque", obra del insigne pintor Matteo di Gualdo, nacido en esta ciudad en 1435.

En la plaza principal de la ciudad, Piazza dei Martiri della Libertà, os encontraréis con la monumental Iglesia di San Francesco, construida entre los siglos XIII y XIV, cuyo magnífico interior, que recuerda al de la Basílica de San Francisco, en Asís, alberga un montón de obras de arte, tales como frescos de la escuela umbra del siglo XV; dos obras maestras de Matteo di Gualdo: "La Crucifixión" y "La Virgen con el Niño y San Francisco" y una preciosa pala de altar de terracota barnizada, realizada en Gualdo Tadino en el siglo XV.
A la misma plaza dan el precioso Palazzo Comunale, sede del Ayuntamiento, reconstruido en el siglo XVIII y, frente a él, el Palazzo del Podestá (Palacio del Gobernador) del siglo XII, de cuya estructura original solo sigue en pie la soberbia "Torre Civica".
También en esa plaza se encuentra la Catedral de San Benedetto. La impresionante catedral data de mediados del siglo XIII. La fachada, de líneas austeras, está ornamentada con un gigantesco rosetón y tres grandes puertas de entrada. El rico interior adoptó en las primeras décadas del siglo XX una apariencia de basílica, con las paredes hermosamente afrescadas por el célebre pintor Ulisse Ribustini (1852-1944), nacido en la vecina región de Le Marche.
Asimismo, la Catedral alberga distintas y valiosas obras de arte de entre los siglos XIV y XVI.
Junto a la fachada principal se encuentra la espléndida fuente, obra de Antonio da Sangallo "El Viejo", de 1573, construida por iniciativa del Cardenal Legado Antonio Ciocchi Del Monte, quien en esa misma época había hecho que se construyera en la ciudad un impresionante acueducto.
En las inmediaciones de la Piazza del Soprammuro, se encuentra la "Pinacoteca Comunale", en la que se conservan verdaderos tesoros de la pintura y de la escultura umbra y toscana del Renacimiento, con obras de Sanno di Pietro, Ottaviano Nelli, Antonio da Fabriano, Avnazino Nucci, Jacopo Palma, Bernardino da Mariotto y del gran Niccoló Liberatore, llamado "L'Alunno", así como obras procedentes de las escuelas de Luca Della Robbia y de Gentile da Fabriano.
¡Una ciudad tan pequeña y con semejante pinacoteca!. A cualquier le dejaría apabullado, pero aquí es como si fuera la cosa más natural del mundo...¡Así es Umbría!.

Sé que, una vez leídas estas líneas, la pregunta inmediata será ¿Dónde podremos parar a comer cuando visitemos Gualdo Tadino? . Bien, pues ahí va la respuesta. Nosotros comimos divinamente en "La Taverna", en Via Borgovalle, 10. Es un restaurante muy bonito y cuidado, de ambiente acogedor, en el que sirven una estupenda cocina tradicional local, en la que sobresalen unas pastas hechas a mano y unas carnes de caza, de ternera, de buey y de cordero ¡Que harían resucitar al mísmisimo Rey Totila!.
Os aconsejo que empecéis con unas "bruschette" (una especie de tostas pequeñas con distintos aliños e ingredientes) y con un plato del exquisito jamón de Norcia y luego, según lo que le apetezca a cada uno, sigáis con unos "gnocchi" con salsa de queso o con un carpaccio de ternera con trufas o con un costillar de cordero asado a las finas hierbas. Los vinos de la casa, procedentes de las colinas cercanas, son genuínos y muy buenos.
Depende de lo que toméis, podéis salir por unos 25 ó 30 € por cabeza.

Sylvia
























martes, 15 de enero de 2008

Gualdo Cattaneo y el Castillo de los Borgia.



Os hablo desde esta pequeña y bellísima localidad medieval, a la que el rigor de los siglos no le han hecho perder ni un ápice de su carácter épico, del que sobresale la fuerza y la dignidad que se intuyen en la distancia, antes de atravesar las poderosas murallas que la circundan. A partir de ahí, el resonar de nuestros pasos en sus suelos de piedra, no son otra cosa más que la dichosa confirmación de que lo que habíamos intuido se corresponde con una realidad incólume desde la Alta Edad Media. Lejos de haberla desfigurado, su larguísima andadura por la historia ha añadido una patina de serenidad señorial al porte fiero y hierático que la distinguío durante toda la Edad Media.

Gualdo Cattaneo, con una población de unos 6.000 habitantes, está a 446 metros de altura sobre el nivel del mar. Situada en el centro de Umbría, entre el Valle del Tíber y el área territorial de Spoleto, en una zona repleta de colinas ondulantes, se encuentra al sureste de la ciudad de Foligno y al noreste de la de Spoleto, así como a unos 45 Km. de Perugia, a cuya provincia pertenece.
Por lo que he sabido, su fundación como ciudad fortificada data del último tercio del siglo X, por parte del Conde Edoardo Cattaneo, caballero de Otón II de Sajonia "El Sanguinario", Rey de Alemania y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, quien en pago de sus servicios se la concedió como feudo.

Si bien está documentado que la ciudadela, en esa época, estaba rodeada de bosques (de ahí el nombre de "Gualdo", que deriva del alemán wald: selva), hoy en dia, su área está fundamentalmente inmersa en olivares, lo que la convierte en una de las principales productoras de aceite de oliva virgen extra de Umbría. Además, Gualdo Cattaneo esta incluida en la "Strada del Sagrantino", una de las rutas de vino más célebres de la región.
A consecuencia de su importante posición estratégica, la ciudadela fue protagonista de múltiples y encarnizadas batallas y asedios, fruto del enorme interés que tanto el Ducado de Spoleto, como el Señorío de Foligno, tenían en hacerse con esa plaza fuerte que dominaba desde la altura sus respectivos territorios.
En el útimo tercio del siglo XI, se alió con Spoleto, pero un siglo más tarde, en 1177, el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I de Hohenstaufen, más conocido como "Barbarroja", asignó su dominio a Foligno. Después volvió a pasar a poder de Spoleto hasta que la poderosa familia Trinci, señores de Foligno, la adquieron. En 1439, se integró en los Estados Pontificios, pero, a finales de ese siglo, Rodrigo Borgia, ya por entonces Papa Alejandro VI, concedió su administración, otra vez, a la ciudad de Foligno, que reforzó y amplió sus fortificaciones mediante la construcción de la imponente "Rocca dei Borgia": El Castillo de los Borgia. En 1816, pasó nuevamente a pertenecer a los Estados Pontificios, donde permaneció hasta 1860, cuando se produjo la unidad de Italia.

El Castillo de los Borgia es, en cuanto a monumentos de Gualdo Cattaneo, el buque insignia de la ciudadela. La fortaleza ejerce un dominio arquitectónico absoluto en sus intramuros. Se empezó a construir en 1494 y su diseño se corresponde fielmente con el concepto de grandiosa edificación defensiva de la época. Su forma es la de triangulo equilatero, con sendos torreones almenados, cilíndricos y de gran altura en cada ángulo, comunicados entre sí por medio de pasadizos subterráneos. Para que os hágais una idea, os comento que el torreón mayor tiene por base una circunferencia de 80 metros y una altura de 20 metros.

Podría decirse, sin exageración alguna, que se trata de una fortaleza inexpugnable y de ello da fe la historia, pues ningún feudo adversario consiguió jamás hacerse con ella; ni siquiera la poderosa y enemiga Perugia que, en 1521, envió un ejército entero, al mando del célebre capitán de ventura Camillo Orsini, Príncipe de Amatrice y Marqués de Atripalda y Montefredane, para someterla a sus dominios. Además, la fortaleza estaba perfectamente preparada para resistir cualquier asedio, por largo que fuera, por lo que su entonces comandante, Crispoldi da Foligno, y toda su guarnición defendieron la fortaleza y resistieron con entereza el sitio al que les habían sometido los perusinos, impidiendo que ni uno solo de los soldados enemigos entrara en ella.
El Castillo de los Borgia (todavía se le nombra así) hospedó a ilustres personajes que pasaban por Gualdo Cattaneo en sus viajes por la Italia de entonces. El más insigne para la historia fue, sin duda, Galileo Galilei que, en 1624, estuvo residiendo ahí unos días.
Lógicamente, a lo largo de su historia el Castillo se ha tenido que restaurar en distintas ocasiones, pues ni los intentos de conquista ni el tiempo perdona, pero cabe decir que, habida cuenta de la enorme solidez de la estructura, se ha tratado siempre de restauraciones parciales. La última de ellas se llevó a cabo en 1955, sin alterar en ningún caso el aspecto original.

De gran interés monumental y belleza son, también, el Palazzo Comunale; la Iglesia de San Agustín; la Iglesia de San Antonio y San Antonino, en la que están enterrados los santos que dan nombre a la misma, y la Iglesia de San Andrés. Todos ellos datan de entre los siglos XII y XIII, y conservan en su interior obras de arte magníficas, tanto de la Edad Media tardía como del Renacimiento. Por lo demás, todo Gualdo Cattaneo es en sí mismo un monumento: desde cualquiera de sus callecitas empinadas hasta las viviendas mediavales más sencillas. Tampoco es una excepción en la zona en cuanto a arquitectura militar relevante, pues hay un montón de pueblos cercanos que albergan castillos, torres y fortalezas preciosas y de gran interés arquitectónico e histórico como, por ejemplo, Pozzo, Cisterna, Marcellano, Saragano, Barattano, Torri, San Terenziano y Grutti.

En el ambiente de poema épico que caracteriza a Gualdo Cattaneo, os encontraréis con varios restaurantes y pizzerías, en las que se come muy bien, pero yo os aconsejo que os paréis a comer o a cenar en el Restaurante "Le Noci", en Via Torino, 6. Este restaurante goza de mención en el "Gambero Rosso", que, digamos, que es el equivalente gastronómico de Italia a la Guía Michelin. El restaurante es muy bonito, el ambiente es muy cordial y el servicio, casi todo compuesto por mujeres, es espléndido. Cuenta con un jardín precioso para comer cuando haga buen tiempo. Digo "haga", porque ahora, en pleno invierno, está lloviendo y hace bastante frio por aquí, teniendo en cuenta, por otra parte, que estamos casi a 500 metros de altura. La comida que ofrecen en "Le Noci" es la tradicional del lugar, basadas en sopas riquísimas, menestras de verduras y legumbres, pastas hechas a mano y unas carnes, tanto de caza como de ternera, buey o cordero, tiernísimas y muy sabrosas. Este restaurante tiene una bodega estupenda, provista de vinos producidos por sus propietarios. Además, también la exquisita variedad de aceite de oliva virgen con la que condimentan sus guisos, distintos entre sí, dependiendo del plato que sea, es de producción propia.
Os sugiero que probéis los "strangozzi" (una pasta casera típica de Umbría) con salsa de hierbas del bosque o los "gnocchi" con setas, y de segundo (si todavía os queda hueco en el estomágo...) el rollo de cordero lechal asado con hinojos ¡Está para chuparse los dedos!.
La cuenta os puede salir por unos 30 €. por persona como mucho y si compartís el segundo o el postre, bastante menos. A mis amigos y a mí nos ha encantado.


Sylvia







jueves, 10 de enero de 2008

Foligno. Una de sus grandes tradiciones culturales: "La Giostra della Quintana".



Como os prometí hace un par de días, en la página que dediqué a la bellísima ciudad de Foligno, conocida también en Umbría como la "ciudad de los palacios", vuelvo hoy a ella para hablaros no ya de sus magníficos monumentos, iglesias y museos, sino de uno de los muchos eventos culturales que se celebran en esta ciudad tan cuidada, tan interesante y tan llena de vida, que tanto y tan bien se prodiga, con naturalidad y entusiamo, en mantener siempre jóvenes sus hermosas tradiciones y en potenciar la sensibilidad y el nivel cultural de sus habitantes, a través de los muchos eventos de distinta índole que se celebran en ella.

Como no es posible detenerse en todos ellos, os voy a comentar uno de ellos que, además de ser célebre en toda Italia y en buena parte del extranjero, posee una esencia y una forma que me emociona de manera muy especial. Me refiero a "La Giostra della Quintana". Se trata de un torneo a caballo que se celebra todos los años en la primera quincena de Junio y, de nuevo, en la primera quincena de Septiembre.

Se instituyó como festejo propio de Foligno en el siglo XVII, si bien está documentado que la fiesta ya se llevaba a cabo enla ciudad a mediados del siglo XV. Inicialmente, el torneo estaba encaminado a que se manifestara el orden de prioridad que el honor de un caballero de armas establecía en cuanto a la lealtad a su señor o la dama cuyo corazón pretendía, para otorgarle él título honorífico que correspondiera.
El nombre de "Quintana" procede del nombre de una vía de un campamento militar romano del lugar, en el que se adiestraba a los combatientes con el manejo de la espada. Su nivel de destreza se medía por su capacidad para introducir el filo de la espada en un anillo que colgaba de la mano de una estatua.

En los primeros años del siglo XVII, las autoridades de Foligno integrararon el torneo en el calendario de festejos de Carnaval, dándole un espíritu de competición, para lo que se establecieron las reglas del juego, así como el orden y el carácter de las celebraciones que se llevaban a cabo en la ciudad en las dos semanas anteriores y en los días posteriores al torneo, y en las que participaba toda la población. Y así sigue siendo. Me atrevería a decir que sin mover ni una coma de los antiguos estatutos.

Diez son los caballeros que participan en el torneo, uno por cada barrio o sector de la ciudad: Ammaniti, Badia, Cassero, Castrastagna, Croce Bianca, Giotti, La Mora, Moriupo, Pugilli y Spada. Van vestidos a la usanza de finales del siglo XVII, con atuendos confeccionados por sastres especializados del lugar y supervisados por un comité histórico-artístico quien establece los más mínimos detalles y realiza la selección final, de tal manera que parecen salidos de los pinceles de Gian Domenico Cerrini, el insigne pintor de Perugia, que dió su salto a la fama, nada más ni nada menos, que en la corte de los Medici de Florencia.

Con el mismo y cuidadoso estilo se engalana el fabuloso cortejo, compuesto por unos 600 hombres y mujeres, que recorre el centro histórico de la ciudad la noche anterior al torneo, acompañado de música del barroco temprano, mientras que en los antiquísimos palacios aristocráticos y en las callecitas adyacentes se suceden las fiestas, los bailes y los banquetes de época.
Además, cada barrio o sector de Foligno desfila con sus propios abanderados, tambores y trompetas, damas, caballeros y caballos. Todos lucen galas de esa época y llama poderosamente la atención no solo el gusto exquisito sino, además, la organización perfecta con la que se llevan a cabos los respectivos desfiles.

Tras casi dos semanas de preciosos festejos - en los que no caben la torpeza ni los malos modales; con tabernas de aspecto del siglo XVI abiertas; catas de los espléndidos vinos de la zona y banquetes multitudinarios con sabrosas especialidades lugareñas, llevados a cabo en cada uno de los diez sectores de la ciudad, coincidiendo, además, con la famosa "Fiera dei Soprastanti", que evoca los mercados y mercadillos callejeros del XVII -tiene lugar el torneo, una vez anochecido. Allí, los diez caballeros, lanza en ristre, y a lomos de sus respectivos y magníficos caballos, se dirigen a galope tendido a una estatua giratoria de madera de nogal maciza, de principios del XVII, que representa al dios Marte y cuyo nombre es, precisamente, el de "Quintana".

La estatua tiene los brazos en cruz y de la mano derecha penden los anillos, que van disminuyendo de tamaño en cada una de las tres vueltas que han de dar los caballeros, mientras que la mano izquierda está asida a un escudo.
La victoria recae en el caballero que haya realizado las tres vueltas en el menor tiempo; haya emostrado la mejor puntería y que, además, no haya hecho caer ningún anillo al suelo; no haya perdido pieza alguna de su indumentaría, y que no haya cometido ningún error, del tipo que sea, durante el torneo. En fin ¡el caballero perfecto!

Tras la victoria y la entrega del premio, vuelven a sucederse grandes fiestas en el barrio cuyo exponente haya ganado, así como distintas solemnidades y festejos en toda la ciudad.

Son unos festejos tan hermosos, tan bien organizados y, además, con unas celebraciones que tiene como marco el fascinante centro histórico de Foligno, que no hay palabras para transmitir el estado de ensueño que se puede llegar a sentir al participar de esa fascinante, admirable y apasionante tradición local.

Cada vez concurre más gente del extranjero, por lo que os recomiendo que organicéis vuestro viaje y reservéis a la mayor brevedad, tanto si vais en junio como en septiembre.

También os voy a recomendar un restaurante estupendo cuya relación calidad/precio está más ue acertada. Es un restaurante y pizzeria que se llama "Ciccia e Core" y está situado en Piazza Matteotti, 7, muy cerquita de la monumental Piazza della Repubblica.
Por dentro es precioso, con una ambientación como de taberna medieval, elegante, y con una atmósfera íntima y cálida, pese a ser grande. Se come divinamente. Su especialidad son los entrantes (entremeses de la casa), las carnes a la brasa, muy tiernas y sabrosas, las pastas, las pizzas, grandes y exquisitas, y las menestras de legumbres y verduras. El precio varía mucho en función de lo que se pida, como es natural, pero se podría calcular una media de unos 40 € por persona, comiendo a base de bien. Si estáis dispuestos a gastaros algo más, os sugiero que reguéis la comida con un "Sagrantino" tinto de Montefalco. No os arrepentiréis.


Sylvia
























martes, 8 de enero de 2008

Foligno. Una antigua perla guibelina en el corazón de Umbría.

Foligno es una ciudad preciosa, situada en el centro - dicen que exacto- de Italia y en el corazón de Umbría, al sureste de la ciudad de Perugia, a cuya provincia pertenece, y muy cerca del linde con la región de Marche.
La ciudad se encuentra en una llanura, cosa infrecuente en Umbría, junto a la desembocadura del río Topino.
La fundaron los umbros hace miles de años, y los romanos la convirtieron, a partir del año 295 a.C., en un importante centro urbano. Los umbros la llamaron Fulgura, mientras que los romanos le dieron el nombre de una de sus deidades: Fulginia.
De acuerdo con las excavaciones e investigaciones realizadas, la urbe romana estuvo situada, casi con toda seguridad, al norte del actual centro histórico, pues es ahí donde han salido a la luz restos de necrópolis y de viviendas. Por otra parte, es sabido que hasta la segunda mitad del siglo XVI subsistieron numerosos vestigios romanos en el área sureste de la ciudad, de los cuales, hoy en día, apenas quedan huellas, no solo porque la antigua urbe romana fue prácticamente devastada por las hordas bárbaras, sino también a causa de la considerable expansión de la que fue objeto entre los siglos XIV y XVI. Tiempos de enorme bienestar y de notabilísimo nivel cultural para Foligno, pues basta con saber que el primer libro en lengua italiana se imprimió aquí, en 1472, en los talleres de Giovanni da Magonza, quien había fundado la quinta imprenta de Italia. Como es natural, para tamaño acontecimiento se elegió la obra cumbre de la poética italiana, y, a mi entender, también la obra maestra de la literatura de la Edad Media por excelencia : "La Divina Comedia".

Pero con mucha anterioridad respecto al "boom" inmobiliario y económico de los siglos antedichos, Foligno había sido siempre una ciudad rica, de marcado talante aristocrático. En la Edad Media se distinguío por su pertenencia a la facción guibelina, mientras que la inmensa mayoría de los municipios importantes de Umbría pertenecían a la güelfa, lo que le valió un sinfín de enfrentamientos con la poderosa Perugia- lógicamente, güelfa - a la que, no obstante, le ganó heróicamente un montón de batallas. Es que los guibelinos eran un pasada... Si entre vosotros hay alguno que me haya leído con anterioridad, habrá notado, quizá, no solo mi pasión por la historia militar de la Edad Media en la Italia central, sino unas arruguillas guibelinas, de esas que se llaman de "expresión", que me cuesta mucho maquillar...



A partir de 1305, la ciudad, perfectamente amurallada, se convirtió en feudo de la noble familia de los Trinci, de tradición guibelina, si bien para ganarse los favores de Perugia y de Spoleto, se pasaron al bando contrario, tras derrocar a los Anastasi, guibelinos de pro, y antiguos señores de la ciudad. Con una chaqueta nueva, perdón, quería decir que... bajo una nueva bandera gobernaron la ciudad hasta 1439, en calidad de sicarios, perdón, otra vez, !Menuda dislexia verbal tengo hoy!, quería decir que... en calidad de vicarios del Papa. Pero el señorío no les salió tan redondo como pretendían, pues los guibelinos les hicieron frente, armados hasta los dientes, en varias y sonadas ocasiones a lo largo de esos 134 años.
En fin, para terminar con esa contrastada época de poder de los Trinci, el Cardenal Vitelleschi, siguiendo, primero, los consejos del Papa Martín V y, después, los del Papa Eugenio IV, encaminados ambos a reafirmar el poder de la Iglesia, ordena que la ciudad sea conquistada con las almas, perdón ¡qué tarde más tonta tengo hoy! quería decir... con las armas, para que pase a estar única y directamente bajo el poder de los Estados Pontificios.
Para hacer honor a la verdad, la soberanía absoluta de los Estados Pontificios sobre Foligno supuso -baños de sangre y minucias por el estilo, aparte- un bien de valor fundamentalmente material ¿Qué paradoja, verdad?

Foligno, como lo fuera antaño, es actualmente una ciudad muy rica- probablemente mantenga las actividades industriales y comerciales más importantes de toda la región - y en la que sus numerosos museos y relevantes actividades culturales atestiguan el elevado nivel e interés cultural de la población.
La ciudad en forma de óvalo, es moderna, bastante grande (cuenta con casi 70.000 habitantes) y está dividida en diez distritos. Pese a su aspecto moderno, conserva un espléndido centro histórico, repleto de edificios, palacios e iglesias medievales y renacentistas, situadas en plazas, plazuelas, calles y callecitas maravillosas que confluyen en la espectacular Piazza della Repubblica.
Todo ello, con un mérito enorme por parte de la población, si se tiene en cuenta que el 75% o más de la superficie de la ciudad fue objetivo constante de los bombardeos de la aviación inglesa y norteamericana unos meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial, ya que Foligno contaba con un aeropuerto desde la última década del XIX; tenía un cruce fundamental de vías férreas y, además, era el centro de una importante industria aeronáutica. Sin embargo, la mayoría de la población de Foligno era activamente antifascista. Aquí, los partisanos estaban luchando como leones contra los alemanes y... ¡Eso se sabía!. Otra terrible paradoja de la historia.

Por si fuera poco, en 1997, la ciudad quedó seriamente dañada por un terremoto que se cebó con las regiones de Umbría y Marche. Pero, os garantizo que, salvo los edificios de interés público que fueron completamente arrasados, todo lo demás, que es muchísimo, se ha restaurado o reconstruido perfectamente. Está claro que la sangre guibelina que ha corrido y corre por las venas de los ciudadanos de Foligno les ha hecho portadores de un valor y de una dignidad casi sobrehumanas.
Os voy a indicar, por encima, todo aquello que no podéis dejar de visitar cuando lleguéis a Foligno, que si he logrado transmitiros una parte de la emoción que me embarga cuando hablo de ella, supongo que será prontísimo.

En el centro histórico, en Piazza San Domenico, os encontraréis con la bellísima Iglesia de Santa Maria Infraportas, románica, con una serie de frescos sublimes, de los siglos XV y XVI , en su interior, y un campanario y un pórtico espléndidos del siglo XI.
En Piazza Garibaldi, están ubicadas la Iglesia de San Salvatore y la de Sant' Agostino. En esta última se conserva la impresionante escultura de madera, del siglo XVII, que representa a la Madonna del Pianto, que, además, de su gran valor artístico es objeto de gran devoción por parte de los ciudadanos de Foligno y los de muchas localidades cercanas, debido a su importante historial de milagros realizados y de gracias concedidas. Su festividad se celebra por todo lo alto, el domingo anterior al día de San Antón, en Enero, de manera que ya podéis daros prisa...
Para terminar, evitando así que "os den las uvas" leyéndome, pese a dejarme un montón de cosas en el tintero, os sugiero que visitéis la Piazza della Repubblica donde se concentran los monumentos más emblemáticos del centro histórico: La Catedral de San Feliciano (el patrón de la ciudad), que es una joya del siglo XII, en la que está enterrado el santo. Su fachada es una maravilla. Está ornamentada con bajorrelieves que representan a Federico Barbarroja, al Papa Inocencio III, así como los símbolos de los Evangelistas y los Signos del Zodíaco; los imponentes: Palazzo Comunale, del siglo XIII; Palazzo Pretorio, también del XIII; Palazzo Orfini, del XVI, y el fabuloso ¡ de auténtico cuento de hadas! Palazzo Trinci, del siglo XIV, cuyo fastuoso y enorme interior alberga los principales museos públicos de Foligno: "La Pinacoteca Civica", dividida en tres secciones. En cada una de ellas se conservan, respectivamente, valiosas obras pictóricas de los siglos XIV, XV y XVI. Además del Museo Arqueológico y del Museo dell'Istituzione Comunale (el Museo Municipal, para entendernos).

Ahora bien, Foligno es mucho más que todo esto, por lo que os prometo que mañana o a la mayor brevedad, os sigo contando cosas y enumerando lugares de esta ciudad bellísima y ejemplar, además de indicaros alguno de sus estupendos restaurantes, para que al atracón de arte y de historia le siga otro ante una buena mesa.
Sylvia